Poco a poco, los empresarios dominicanos han ido haciendo conciencia de que sus empresas, además de generar utilidades para sus accionistas, cumplir con las obligaciones fiscales y respetar las leyes establecidas, deberían ser socialmente responsables. En países como República Dominicana, donde los gobiernos tienen dificultad para priorizar las políticas e inversiones sociales que contribuyan a crear el tan prometido y esperado bienestar colectivo, la solidaridad y la generosidad de las empresas privadas siempre serán necesarias y bien valoradas.
Es positivo saber que en la mayoría de los planes estratégicos de las empresas dominicanas aparecen objetivos e indicadores sociales. Además, se han creado estructuras operativas para gestionar proyectos y acciones de responsabilidad social. En algunos casos, grupos corporativos como el Martí, el cual creó en el 2011 su Fundación Tropigas, con el objetivo de sensibilizar y educar a los ciudadanos dominicanos acerca del cuidado al medio ambiente. Para ello, la fundación dispone de diferentes programas educativos, socioculturales y de proyectos de conservación.
El Grupo Martí, a través de su Fundación Tropigas, realiza en diferentes comunidades del país una obra social con resultados visibles y medibles. Entre sus logros sociales se destacan la rehabilitación y saneamiento de cuencas hidrográficas, jornadas de reforestación en la Cuenca Alta de los Ríos Ozama e Isabela, actividades para preservar el ecosistema marino (construcción y viveros de corales en zonas costeras), iniciativas de desarrollo sostenible de parques nacionales y áreas protegidas (apadrinamiento del Parque Nacional de la Sierra de Bahoruco), Jornadas de fumigación contra virus y enfermedades, así como capacitación a pequeñas fundaciones, que abordan diferentes ejes sociales en las comunidades.