Se reconoce desde hace tiempo que las instituciones de educación superior, en especial las universidades, se cuentan entre las instituciones sociales más estables y resistentes al cambio que hayan existido durante los últimos 500 años. Con arreglo al modelo del campus físico, los alumnos residentes, la interacción cara a cara entre alumno y profesor, las disertaciones y un fácil acceso a los textos escritos, estas instituciones han desarrollado y transmitido eficazmente el acopio de conocimientos, de una generación a otra. Han cumplido con su responsabilidad en medio de las conmociones políticas y sociales, la evolución de la sociedad y el adelanto tecnológico, manteniéndose al mismo tiempo esencialmente sin modificación alguna, tanto de estructura cuanto de método. ¿Retendrá este modelo ya comprobado su flexibilidad y su pertinencia en el siglo XXI? En este documento se tratará de responder estos interrogantes especulando acerca de la forma en que se definirá la pertinencia de la educación superior en relación con demandas futuras de estudiantes y empleadores, con las formas institucionales que se usarán para impartir la educación superior y los cambiantes requerimientos de una civilización en transformación. Michael Gibbons, Pertinencia de la educación superior en el siglo XXI, 1998.
Esta primera entrega busca situar la discusión en el espacio de nuestro mundo universitario. Es un hecho que intelectuales de todos los países, y las mismas universidades, se han abocado a hacer una reflexión introspectiva profunda sobre su quehacer de cara al siglo XXI. Los cambios que se han producido en Europa, después del largo Acuerdo de Bologna, han obligado a las universidades europeas a aliarse, a redefinirse, a re-pensarse y a internacionalizarse. Los Estados Unidos llevan la delantera en todos los rankings mundiales. Europa, aunque todavía destaca por calidad, no ha podido superar al coloso norteño ni a algunos países de Asia. América Latina está tratando de colocarse a la altura de las exigencias, pero no lo ha logrado, salvo algunas experiencias exitosas en Brasil, Chile y en menor medida Argentina.
El mercado y la universidad
Una realidad indiscutible, como plantea Peter Jarvis en un novedoso e interesante libro que se titula “Universidades Corporativas, que las universidades se han visto obligadas a cambiar. Algunos incluso plantean la existencia de una crisis porque no hay acuerdos sobre cuál debería ser el camino correcto hacia donde encaminar a la educación superior. Asegura el autor que es inmensa la presión que existe sobre las universidades porque están expuestas a los nuevos y cambiantes paradigmas del conocimiento mismo. La velocidad de los cambios es tan rápida, permanente y sorprendente que genera tensiones en las instituciones de educación superior ¿Tienen, tenemos, la capacidad las universidades de responder con la presteza del mercado?
Sostiene Jarvis que las universidades han cambiado su rol. Ya no forman profesionales que tienen como principal objeto servir al Estado para dirigir la sociedad, sino que educa, capacita y entrena para servir a la industria y el comercio a fin de garantizar empleo a las personas, hecho este que se ha convertido en el símbolo de pertenencia a la sociedad, casi semejante a la ciudadanía. Las universidades facilitan una ruta hacia la pertenencia plena. El planteamiento de Jarvis sitúa a la universidad del lado de los sectores productivos, de sus necesidades y sus requerimientos.
En la misma línea de pensamiento se encuentra Roberto Rodríguez Gómez, quien afirma en un interesante trabajo que el mercado ha obligado a variar la esencia de la educación superior. En sus palabras:
Los procesos de crecimiento, expansión, diversificación, especialización y diferenciación de los sistemas de educación superior, aunados a la generalización de la informática y de las telecomunicaciones, y vinculados a las tendencias de modernización productiva y globalización de los mercados, han dado lugar a nuevos escenarios y configuraciones en el panorama de la educación superior contemporánea. Un aspecto fundamental en la dinámica de cambios experimentada por los SES en el mundo se deriva de su papel en la formación de recursos intelectuales, con la capacidad de producir riqueza a medida que participan en la materialización de tecnologías, organización, inteligencia, productividad y consumo racional. Las tesis en boga sobre el crecimiento económico resaltan el vínculo micro y macroeconómico entre el incremento de la base de conocimientos, la productividad y la competitividad. En las economías desarrolladas hay suficiente evidencia como para demostrar que los sectores que utilizan sistemáticamente insumos de conocimiento científico y fuerza laboral educada crecen más rápidamente y generan mayores ganancias.
En esa misma tesitura, el investigador Roberto Rodríguez Gómez, del Colegio de México, sostiene que en los modelos nacionales de crecimiento y desarrollo, el conocimiento y la información tienen mucho más valor en la sociedad de hoy como factores de productividad y competitividad. Esto así, según el autor, porque, por una parte, del sector moderno de la economía requiere en forma creciente competencias profesionales de nivel universitario, y muy especialmente de postgrado. Y, por la otra, sigue diciendo, los jóvenes, y por qué no, también los adultos, perciben en la formación universitaria una vía privilegiada para acceder a las oportunidades de empleo que ofrecen los segmentos más dinámicos de la economía formal. ¿Qué resultado ha traído esta situación? Según el autor, se pueden definir los siguientes:
1. Expansión de la matrícula en todos los niveles y modalidades del sistema.
2. Diversificación de tipos institucionales, funciones y fuentes de financiamiento.
3. Presencia creciente de inversión privada en la oferta educación superior.
4. Procesos de privatización y mercantilización de los servicios educativos.
5. La instauración de modelos empresariales y corporativos.
6. Contratación de proveedores privados para realizar tareas complementarias a las funciones académicas (outsourcing).
7. Alianzas estratégicas entre universidades, corporaciones y sector público.
8. Convergencia (nacional e internacional) de modelos, respuestas y soluciones a través de la adopción o adaptación de lineamientos de política educativa recomendados y apoyados por organismos supranacionales, principalmente la banca multilateral.
9. Instancias de coordinación de nivel nacional y regional. Reformas de gobierno universitario y otros cambios normativos. Nuevos modelos de distribución de recursos en las instituciones. [5]
Después de leer a Jarvis y a Rodríguez surgen muchos cuestionamientos. ¿Puede la universidad de hoy estar de espaldas a la sociedad y al mercado? ¿Debe la universidad someterse pura y simplemente a la ley de la oferta y demanda que impone la sociedad occidental? ¿Debe olvidar la universidad su papel reflexivo y de referente crítico de la sociedad? Seguimos en la próxima
1 Michael Gibbons, Pertinencia de la educación superior en el siglo XXI, 1998, Conferencia Mundial de La UNESCO sobre educación superior, 1998,
http://www.humanas.unal.edu.co/contextoedu/docs_sesiones/Gibbo_victor_manuel.pdf
2 Cf. Peter Jarvis, Universidades Corporativas. Nuevos modelos de aprendizaje en la sociedad global, Narcea Ediciones, Madrid, 2006. Pp. 14 y siguientes
3 Ibídem, pp. 18 y 19
4 Roberto Rodríguez Gómez La educación superior en el mercado: configuraciones emergentes y nuevos proveedores, http://firgoa.usc.es/drupal/files/configuraciones.pdf
5 Ibidem