Siempre será fallida la batalla para que los juegos duren menos.
Vemos cómo el comisionado Rod Manfred hace de todo, y nada parece dar resultado.
Yo me rindo.
Creo que no debemos seguir desnaturalizando el béisbol con medidas que ayudan un chin, pero que al final no son la solución real.
Yo apuesto a que siga la creatividad.
Estadios con hoteles, con piscinas, lugares donde la gente cocina y comparte con la familia.
Promociones internas novedosas y jocosas y muchos premios.
Lo mismo que las transmisiones que sean más alegres y emocionantes para la gente que prefiere quedarse en casa.
Con respecto a los canales y la duración de los juegos, con el tiempo cada equipo tendrá su propio canal.
No se le puede poner tanta presión a los dirigentes, coaches y jugadores con el afán de acelerar un juego.
Un partido de pelota no es un simple juego, son muchas las estrategias y cambios, y nadie puede estar en un “corredero”.
¡Que se juegue y ya!
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