Dublín. AFP. Irlanda se convertirá el domingo en el primer país de la zona euro bajo asistencia financiera en dejar un plan de rescate internacional, pactado en 2010 a cambio de dolorosas reformas, y recuperar su plena soberanía.
«Salimos del plan de ayuda (…) Desde luego, es sólo una primera etapa y sabemos que no es el fin del viaje», reconoció el ministro de Finanzas Michael Noonan, en un discurso la semana pasada.
La República de Irlanda recuperará su plena soberanía tras verse obligada a aceptar un rescate internacional de 85.000 millones en 2010, cuando la explosión de la burbuja inmobiliaria amenazaba con la quiebra total a su sistema bancario.
La troika de acreedores – Comisión Europea, Banco Central Europeo (BCE) y Fondo monetario internacional (FMI) – impuso a cambio al país una serie de alzas de impuestos, ventas de activos públicos y otras dolorosas «reformas estructurales». La salida de Irlanda del plan de ayuda, al cabo de años de austeridad, constituye un ejemplo para los otros tres estados europeos bajo asistencia: Chipre, Grecia y Portugal.
La situación económica irlandesa ha cambiado en efecto notablemente en este tiempo. Los pequeños bancos fueron fusionados en instituciones viables y el Anglo Irish Bank fue liquidado en febrero con sus activos tóxicos.
«La reducción del sistema bancario ha sido significativa, y ahora es de un tamaño más apropiado para la economía irlandesa» se felicita Philip O’Sullivan, economista jefe de Investec Ireland. El crecimiento sin embargo es frágil.
Dublín prevé solamente un aumento del PIB del 0,2% este año, pero espera 2% en 2014. Pero el país ha convencido sobre todo a los inversores: de vuelta a los mercados, capta dinero a tipos de interés adecuados, inferiores en todo caso a los de Italia o España.
Pero el «sector bancario seguirá siendo el mayor desafío para la época posterior al plan de rescate» según los economistas de la sociedad de corretaje Goodbody.
Pese al saneamiento de los bancos irlandeses, los tests de resistencia del sector que se llevarán a cabo en toda Europa podrían evidenciar las fragilidades heredadas de arriesgados préstamos hipotecarios. Ese es uno de los desafíos del país, enfrentado además a otros desequilibrios.
Irlanda, dependiente de exportaciones. Irlanda depende mucho de sus exportaciones, lo que la coloca en situación de fragilidad en caso de que la situación de sus socios comerciales empeore. También depende de una zona euro aún convaleciente de sus numerosos problemas.
La demanda interna sigue estando deprimida debido a un fuerte índice de endeudamiento de las familias, los escasos préstamos concedidos por los bancos y las drásticas medidas de austeridad que lastran el poder adquisitivo. Sobre todo, sigue siendo difícil la situación del empleo: pese a una ligera mejoría, la tasa de desempleo era del 12,5% en noviembre.
Prueba del malestar reinante en el país es la emigración masiva de irlandeses: unos 90.000 dejan el país cada año. Pese a estas sombras en el panorama irlandés, el gobierno decidió salir del plan de ayuda sin red, renunciando a pedir a sus socios internacionales una línea de crédito de seguridad o precaución.
«No saltamos del avión sin paracaídas» asegura no obstante Noonan. «Tenemos reservas de liquidez por más de 20.000 millones de euros», explica.
La única certidumbre para los irlandeses es que el ‘adiós’ a la troika no supondrá el final de la austeridad. La Comisión europea seguirá vigilando de cerca los progresos de Irlanda hasta que haya sido devuelto el 75% de las ayudas. Y el próximo presupuesto, en octubre de 2014, prevé desde ya nuevos recortes en los gastos y más subidas de impuestos.