En las últimas dos décadas, la Bienal Nacional de Artes Visuales se ha convertido en la principal plataforma de proyección y posicionamiento para los artistas de las nuevas generaciones, lo cual se confirma principalmente en los casos de prácticas creativas de notable desarrollo y vitalidad como la instalación, el vídeo y la performance.
Desde la explanada y el Auditorio del Museo de Arte Moderno, el programa de eventos lúdicos, teóricos y educativos que soporta la 28 Bienal Nacional de Artes Visuales, prosigue su desarrollo con normalidad y hasta con inusitado interés por parte de los más jóvenes espectadores. En esta XXVIII edición, la Bienal también se reafirma como plataforma excepcional para el encuentro fraterno y el diálogo profundo desde los espacios de la sensibilidad, las ideas y la imaginación: desde el arte, sobre el arte y a través del arte…
Cada viernes, a partir de las siete de la noche, los artistas, educadores, estudiosos, amantes del arte y visitantes de la Bienal, con su motivadora presencia no hacen más que reafirmar su compromiso con una de las necesidades vitales de la sociedad dominicana del presente: un mayor y más libre acceso a la creatividad, el conocimiento y el disfrute del producto estético para todos.
Precisamente, la noche del pasado viernes 4 de septiembre, nos ha tocado participar, junto a los reconocidos historiadores del arte Danilo de los Santos y Laura Gil, en el coloquio titulado “La Historia de la Bienal y la Bienal en la Historia”. Durante este encuentro, los panelistas compartimos experiencias, información y diferentes puntos de vistas con los presentes en el Auditorio sobre los aportes y el proceso evolutivo de la Bienal Nacional de Artes Visuales.
Desde 1942 hasta el 2015, la Bienal ha tenido 28 ediciones, estableciéndose, curiosamente, como la bienal institucional de mayor data y consistencia histórica en el continente americano. Entre los artistas más importantes de las últimas generaciones cuyas obras fortalecen la colección del MAM, destacan Tony Capellán, Belkis Ramírez, Polibio Díaz, Martín López, Magno Laracuente, Jesús Desangles, Inés Tolentino, Luz Severino, Carlos Hinojosa, Chiqui Mendoza, Elvis Avilés, Aquiles Azar Billini, Marcos Lora Read, Ernesto Rodríguez, Radhamés Mejía, Jorge Pineda, Juan Mayí, Pascal Meccariello, Julio Valdez, Miguel Ramírez, Raquel Paiewonsky, Limber Vilorio, Fausto Ortiz, Miguelina Rivera, Ignacio Alcántara, Elvin Díaz, Raúl T. Morilla, Angel Urrely, Luis Arias y Julianny Ariza.
Las obras galardonadas de este núcleo de artistas, constituyen un extracto sumamente significativo de la colección permanente del Museo de Arte Moderno. Al confrontar dicha selección, advertimos cómo neorrealismo, surrealismo, neoexpresionismo figurativo, expresionismo abstracto, informalismo, pop art, poverismo, conceptualismo, minimalismo, accionismo y “apropiación”, devienen lenguajes y tendencias axiales en el arte moderno y contemporáneo dominicano.
Por otro lado, en las últimas seis ediciones de la Bienal, además de la intensificación del proceso transformador de las bases (incluyendo la renovación de sus objetivos y el fuerte incremento de la dotación económica de los premios a partir de la XXIII edición (2005), entre los aportes más significativos hay que destacar la apertura definitiva del espacio reflexivo: la oportunidad única e irrepetible de pensar sobre la importancia de la Bienal y la educación artística, así como sobre las principales problemáticas culturales y artísticas de nuestro país.
Mientras tanto, tal como ya hemos advertido, la Bienal Nacional de Artes Visuales es y seguirá siendo nuestra gran vitrina de la imaginación y la creatividad; nuestro evento artístico más trascendente y enriquecedor, no solo por el estímulo económico del Estado o el “oxígeno” reactivador que aporta su rigurosa convocatoria y organización a la comunidad artística nacional, sino también porque permite a la ciudadanía y a los visitantes extranjeros una visión bastante amplia de la producción visual de la actualidad en la República Dominicana.
Además, hay que destacar que en las últimas dos décadas, la Bienal se ha convertido en la principal plataforma de proyección y posicionamiento para los artistas de las nuevas generaciones, lo cual se confirma principalmente en los casos de prácticas creativas de notable desarrollo y vitalidad como la instalación, el vídeo y la performance, categorías que ya cuentan con exponentes reconocidos, tanto a nivel nacional como internacional. Y, precisamente, este es el caso de Raúl T. Morilla, ganador del Gran Premio de la 28 Bienal Nacional de Artes Visuales con su impactante videoinstalación titulada “Claustro para el Edén”.
La depuración conceptual y la limpidez de factura intensifican la carga reflexiva de esta videoinstalación ganadora de Raúl Morilla, obra compuesta por cinco pantallas redondas que cuelgan dentro de cinco conos sostenidos por redes y en las cuales se proyectan imágenes de un hombre que aparece desnudo, frágil y solitario como en perpetuo estado de opresión, ansiedad, soledad, silencio, miedo, hambre, sed y ensimismamiento.
Se trata de un reconocimiento merecido, justo y consagratorio, obtenido por Raúl Morilla como resultado de una actitud creativa siempre indagadora y coherente. Como respuesta oportuna por parte del Gran Jurado a una propuesta instalativa eminentemente lúdica y ante la cual confrontamos una punzante relación dialógica entre obra y espectador. En esta atractiva reacción simbólica de abierta lectura y extraordinario potencial significativo, Morilla utiliza el espacio, la luz, el color, los materiales, la imagen en movimiento y la multidimensionalidad con lucidez, sutileza y rotunda efectividad estética…