“La Hoja no estuvo a favor de la revolución, yo tampoco”

“La Hoja no estuvo a favor de la revolución, yo tampoco”

De allá abajo, de la zona constitucionalista, comenzaron a decir que La Hoja era del Gobierno de Reconstrucción, lo cual no era cierto; surgió para poner a trabajar la imprenta, para producir y poder pagar a los empleados que estaban cesantes por la guerra”.

Pedro Gil Iturbides hace la aclaración porque su periódico era el único que estaba contra el conflicto armado. Las otras dos publicaciones eran La Nación y Patria que estaban a favor de la contienda y dirigían ataques a La Hoja, pero algunos redactores de esta eran implacables en sus diatribas contra combatientes y directivos de los dos periódicos.

Sin embargo, Gil Iturbides no tomaba parte en estos debates. Muchos de sus redactores, empero, eran virulentos. Algunos mordaces artículos aparecían firmados con las iniciales M.G. Él dice que no sabe de quién se trataba.

No niega que es de derecha. No andaba armado porque no tenía miedo y confiesa que su temperamento no fue bélico. “Lo que me impulsó a sacar La Hoja no fue pelear con la revolución, fue la necesidad de mantener a esos muchachos”, explica.

Manifiesta que no era un anticomunista radical.

La Hoja y él no estaban contra el pueblo, afirma. “Todo lo contrario, yo estuve a favor del pueblo dominicano. Los dos millones que éramos estábamos fuera de la zona constitucionalista”.

Fue difícil lograr con el vicerrector de UTESA la entrevista sobre abril. No obstante, contó su experiencia desde el mismo 24 de abril cuando pospuso un viaje a San Pedro de Macorís porque se encontró con una turba en la Vicente Noble que vociferaba consignas revolucionarias. Pensó que “aquello no iba a parar en nada bueno”, llamó a su padre, quien le comunicó que acababan de anunciar que se habían levantado los cuarteles, entre ellos el Campamento 16 de Agosto. “Es preferible que no vayas”, le aconsejó.

Gil Iturbides, entonces secretario general del Distrito Nacional del Partido Revolucionario Social Cristiano, de Alfonso Moreno Martínez, había participado en movimientos clandestinos contra el Golpe de Estado a Juan Bosch. Otra parte, liderada por Caonabo Javier Castillo, no estaba de acuerdo con esa lucha, afirma.

Nacido en La Romana el 15 de diciembre de 1942, hijo de Pedro Gil Vives, español, y de Gloria María Iturbides Hidalgo, se inició adolescente en el periodismo. Comenzó con crucigramas y localizando notas para las columnas de Manuel Valdeperes en La Nación.

Trabajó en Radio Caribe como productor de programas, luego fue reportero y subdirector de prensa. Gregorio García Castro fue uno de sus orientadores.

Inició estudios de Derecho al tiempo que trabajaba en La Nación (no la de la guerra) como encargado de la sección política, designado por Rafael Bonilla Aybar, director. Junto con Virgilio Alcántara y Francisco Álvarez Castellanos difundía Radio Noticias, por HIN. Produjo espacios independientes y mantenía una pequeña imprenta. Con Francisco Álvarez Castellanos hacía el programa “Meridiano”, por Radio Quisqueyana.

Está casado con Rosa Deyanira Sánchez. Es el padre de Pedro, María Isabel y María del Carmen Gil Morales; de José Antonio, Juan Manuel y María Rosa de los Ángeles Gil Sánchez y de Juan Antonio Gil Robiou.

En la tiranía fue apresado, interrogado y sometido a presión psicológica por Johnny Abbes cuando cuatro primos suyos, Héctor, Fernando, Clara y Fidias Batista Iturbides, desafectos al régimen de Trujillo, se asilaron en la embajada de Brasil. Respondió al SIM con arrojo y se negó a firmar una carta a Trujillo diciendo que esos familiares eran indignos. “Era trujillista pero no hasta el extremo”, comenta.

DISPAROS Y UN CADÁVER

Tras posponer la charla se dirigió al local del PRSC y cuando iba por la Mercedes con Polvorín debió refugiarse en la funeraria Blandino, porque disparaban. Vio caer a un policía de tránsito apellido Perdomo.

Le acompañaba Manuel de Jesús Vargas, de los primeros presos de 1963, herido cuando repartía documentos de protesta contra el Golpe de Estado, refiere. Este le advirtió que iban a asaltar el partido.

Llegó a la casa de Armando D’Alessandro, quien era secretario general del PRSC, entre Doctor Delgado y Galván. No estaba. “Al otro día nos mudamos a la Bolívar, a la residencia de Eddy Bogaert y su esposa Alba Marra de Bogaert”. Allí llegó un empleado a cobrarle y D’Alessandro le aconsejó escribir a la secretaría de Trabajo suspendiendo el personal mientras durara la situación política.

Describe el corredor trazado por los yanquis y agrega que “ya ciertos organismos estaban previendo que esto iba para largo y ahí me surgió la idea de ponerme a producir”.

Buscó a Tomás Morales Garrido (Papucho) y tanto este como D’Alessandro aportaron el capital para la salida de La Hoja. Al poco tiempo Mario Read Vittini le dijo que tenía un grupo de empresarios que querían colaborar. “Mario era el colector, me reunía mil pesos semanales. Papucho, simpatizante de Balaguer, “era fijo”.

LA HOJA

Pedro Gil Vives y Antonio Gil Iturbides, hermano de Pedrito, se ocupaban de las noticias. Las que no eran locales las captaban por emisoras de onda corta como Radio Nederland, WRUL, de New York; Radio Habana Libre. “Oían, grababan y elegían informaciones vinculadas al asunto dominicano”.

Asegura que llegó a vender 33 mil ejemplares diarios en todo el país. “Había sitios como Barahona donde se colocaban 500 ejemplares y en Santiago dos mil y pico”.

No es cierto, afirma, que fuera competencia de Patria y La Nación. Aunque se atribuía la dirección de Patria a Ramón Alberto Ferreras (Chino), quien aparecía como tal era Tulio Carvajal. El Chino era fuertemente atacado por La Hoja, hasta a nivel personal.

Gil Iturbides escribía “En esta esquina”. Luis Langa Mota era el autor de “Hojeando”. También eran del equipo Tulio Navarrete, Ruddy Grullón y Enrique Piera Puig.

La Hoja elogiaba al Gobierno de Reconstrucción Nacional, denostaba al comandante Pichirilo, del que decía que no fue un combatiente sino un aventurero y desató después una campaña contra el presidente Héctor García Godoy, al que acusaba de estar a favor de los constitucionalistas.

“DE PENSAMIENTO CONSERVADOR”

Admite que es “de pensamiento conservador y en ese sentido puedo mostrar todo lo que he escrito a lo largo de mi vida”.

Manifiesta que era contrario a la revolución “en la forma en que se expresó: la violencia”, pero que colaboró en la conspiración para derrocar al Triunvirato con Fernández Domínguez y Héctor Lachapelle. “Celebramos reuniones en el Ensanche Espaillat y en San Carlos por el retorno a la constitucionalidad. Planteábamos una deposición del Triunvirato sin que hubiera necesidad de un movimiento armado popular”.

“La Hoja no estuvo a favor de la revolución, yo tampoco”, exclama. Entiende que lo que el país “debió armar fue un gran movimiento de opinión pública para presionar a unas elecciones libres y democráticas”.

Sobre Caamaño opina: “Manuel de Jesús Vargas está cojo, quien le partió la pierna fue Caamaño, que era jefe de los Cascos Blancos. Yo siempre estuve imbuido de la experiencia vivida por Manuel y en ese sentido me cuestioné y me he cuestionado la posición de Caamaño: de Casco Blanco a patriota. Como no soy tan inclinado a caer de una posición a otra contraria, no entiendo esas satisfacciones por mucho que San Pablo nos haya dicho y nos diga que él las vivió”.

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