La inmigración y el racismo ponen a prueba al liberalismo sueco

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El Banco Central de la República Argentina (BCRA) parece estar dispuesto a hacer lo que sea necesario para exorcizar el fantasma de la crisis monetaria del año pasado, incluso si aquello significara prolongar una recesión y poner en riesgo la reelección de presidente Mauricio Macri.

La autoridad monetaria ha vendido 190.000 millones de pesos (US$4.600 millones) en deuda neta a corto plazo en marzo, con lo cual ha sacado de circulación el 13,5 por ciento de toda la base monetaria del país, al tiempo que busca elevar la tasa de interés y frenar un ataque renovado al peso.
Se trata de una respuesta aún más drástica de lo requerido en virtud de la línea de crédito de US$56.000 millones que el país negoció con el Fondo Monetario Internacional.

La táctica logró apuntalar la moneda, que redujo pérdidas el viernes y se mantuvo estable el lunes. Se había desplomado un 6 por ciento en los primeros cuatro días de la semana pasada y había alcanzado un mínimo histórico, poniendo a prueba el acuerdo con el FMI suscrito en septiembre.

El retiro de tanto dinero por parte del ente emisor elevó la tasa de interés en alrededor de 6 puntos porcentuales, a casi 60 por ciento. Ello amenaza con profundizar la recesión en una economía que se contrajo 2,6 por ciento el año pasado y erosionar el respaldo al presidente Macri antes de las elecciones presidenciales de octubre, cuando es probable que se enfrente a un rival populista de izquierda.

La última depreciación del peso fue provocada por la inquietud acerca del crecimiento mundial y mostró que la moneda argentina sigue siendo el primer dominó en caer ante cualquier resurgimiento de una alta percepción de riesgo. Si bien el banco pudo hacer frente a la situación esta vez, es poco probable que sea la última prueba de su temple.

“Cada día es una nueva prueba para el peso”, comentó Alejandro Cuadrado, un estratega de divisas sénior de BBVA en Nueva York. “Esto también muestra las deficiencias del BCRA cuando se trata de administrar la moneda, aunque se esfuerza mucho y eventualmente encuentra alguna manera”.

Es fácil ver por qué el peso argentino es la primera moneda que se vende cuando reaparecen los problemas de crecimiento global. Ha sido la divisa de peor desempeño en los mercados emergentes en cada uno de los últimos tres años en medio de una inflación rampante y una escasez crónica de dólares.

“Otros países podrían salirse con la suya durante diez años, pero Argentina no puede salirse con la suya durante un mes”, afirmó Jeffrey Sachs, profesor de la Universidad de Columbia,
Macri se había comprometido a cambiar la percepción de los inversores estabilizando la moneda.

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