La Torre Eiffel está en Santo Domingo Oeste, vistosa y atractiva. No importa que sea una réplica: la gente pasa por allí y queda deslumbrada por el lujo de esa instalación que prepara el cabildo como temática navideña.
Sin embargo, a pocos pasos, ese lujo -criticado por los munícipes- se vuelve suciedad y abandono.
En efecto, el ambiente “parisino” de la avenida Luperón, frente a la Plaza de la Bandera, corre unos metros más allá y desnuda la cortina: el arrabal agrede la vista y dibuja un entorno mugriento. Así, el deslumbramiento se vuelve espanto y el encanto da paso al horror.
El espanto y el horror están en el mercadito de los Productores de Inespre. La entrada es impecable: alimentos bien cuidados, poca basura, olor a verdura y vegetales. Unos metros más y aparece la pestilencia: un área coronada por desechos llevados por vehículos y vertidos por numerosas personas que pasan por allí.
La basura es tan diversa como los productos ofertados en el mismo mercado: frutas y víveres, incluidos vegetales y otras podredumbres, así como un montón de envases plásticos.
No es todo: también hay una hilera de gomas que acumulan agua y se convierten, así, en criaderos de mosquitos y fuentes de enfermedades.
“Primero se organiza el área y luego se hace la torre”, dice irritado Germán Castillo, mientras espera que un camión termine de arrojar desechos en el basurero.
A esa sucia realidad se suma un área que sirve de baño, pues allí dominicanos y haitianos hacen sus necesidades fisiológicas. Ese espacio irradia efluvios nauseabundos.
Pese a que resuelve urgencias intestinales y urinarias, el espacio ha sido conflictivo, ya que personas han sido obligadas a abandonar el acto de defecar. Ayer mismo una mujer hizo correr, cuchillo en mano, a un haitiano que descargaba sus intestinos en ese baño improvisado.
En adición, un tramo de la avenida Isabel Aguiar muestra charcos de agua por el pésimo drenaje pluvial y tiene troneras, lo que trastorna el tránsito y perturba a conductores y peatones.
Así pues, la contaminación que rodea el entorno ha alimentado fuertes críticas contra la Torre Eiffel, un lujo que convive con la polución y la suciedad en el mercadito de la zona. Además, el deterioro de calles y avenidas hace pensar en la pertinencia de esa obra.
Comerciantes. Cada comerciante paga entre 50 y 100 pesos a dos haitianos que recogen en horas nocturnas la basura y la depositan en el basurero improvisado que opera en el mismo mercadito. Ese pago lo hacen porque, según ellos, los recolectores pasan por los desechos cuando están en el basurero.
Además, los comerciantes le pagan al cabildo 100 pesos cada semana por ocupar el espacio público. El pasado sábado la alcaldía no fue a cobrarles, lo que despierta recelo en ellos. Embargados por la incertidumbre, se preguntan si es que el alcalde Francisco Peña eliminará el mercadito donde se ganan la vida.
Ventas. Estas navidades despiertan en los vendedores una perspectiva de ventas sombría. Se quejan de que las ventas han sufrido mermas enormes.
Según Alfredo Díaz, “el mercado se ha caído en un 90%”. Para Julio Figuereo, “las ventas están flojas y no es por mercancías, sino porque no hay dinero”.
Ni Díaz ni Figuereo esperan mejoría de ventas este fin de año, dadas las calamidades que acechan a los pueblos del Cibao.