Con este simbólico nombre, La 42, se identificaba la pandilla de vándalos reclutados por Trujillo con licencia para amenazar, atropellar e incluso matar a todo aquel que se opusiera a las pretensiones del futuro dictador.
Dependía directamente de Trujillo y solo de él recibía órdenes. Ningún funcionario, civil o militar, por alta que fuere su investidura, podía intervenir en las acciones del grupo de forajidos.
El grupo de sicarios lo comandaba Miguel Angel Paulino, señor de horca y cuchillo, que gozaba del aprecio y el respaldo del jefe del Ejército y próximo Presidente de la República.
El comercio capitalino sufrió lo indecible de manos del cuerpo paramilitar, cuyos miembros comían, vestían y tomaban mercancías y bebidas sin hacer efectivo el pago de las mismas; por el contrario, exigían soborno para la protección de las propiedades, siempre y cuando los dueños no despertaran sospecha de rechazo a Trujillo.
La misión de la pandilla era esencialmente política, de represión brutal contra los opositores a las pretensiones de su mentor y jefe. Las armas las suministraba el Ejército, y la plana mayor, con Paulino al frente, se movilizaba en vehículos desprovistos de identificación, pero ostentando en su frente y en la parte posterior del automóvil chapas mal dibujadas, con el temible inscripción La 42.
Días antes de las elecciones del 16 de mayo de 1930 la Alianza Nacional Progresista había denunciado ante la Corte de Primera Instancia de El Seibo la ilegalidad del nombramiento de un miembro de una mesa electoral de la localidad.
El caso fue llevado en apelación ante la Corte de Apelación de Santo Domingo, que debía fallar 48 horas después. Momentos antes del fallo el local del tribunal fue invadido violentamente por elementos fuertemente armados, pertenecientes a la banda.
La pandilla amenazó de muerte a los jueces si el fallo era contrario a los intereses de Trujillo.
La lectura de la sentencia fue aplazada, pero el grupo de sicarios aparentemente no había completado la tarea que se le había encomendado. Volvieron en la noche y tumbaron la puerta del juzgado, saquearon y destruyeron todos los ajuares tratando de localizar el expediente del caso.
Mientras sucedía esto, Trujillo y el presidente interino, Jacinto Peynado, presenciaban alegremente desde una de las casas de la vecindad la obra de los sujetos.
El 18 de mayo, la casa del presidente de la Corte de Apelación fue saqueada tratando de localizarlo, pero el funcionario logró escapar por el techo de la vivienda. Mientras se trataba de apresar al magistrado, Francisco A. Hernández, otros socios de la banda, acompañados de efectivos del Ejército, arrestaban en su residencia de la calle El Conde a don Federico Velásquez, candidato presidencial de la Alianza y exvice del Presidente Vásquez. Ante el incremento de las persecuciones, otros jueces de la Corte, y el líder horacista, Pelegrín Castillo, se refugiaron en la residencia del licenciado Julio Ortega Frier, en el sector de Gazcue, luego de la negativa de la Legación Americana de recibirlos en su sede.
Otro de los jueces, el respetado Carlos Gatón Richiez, tuvo que disfrazarse de mujer para burlar la vigilancia de la pandilla trujillista.
Ante la imposibilidad de escapar la persecución, desamparados y en constante peligro de muerte; amenazados y atropellados y vejados sus esposas e hijos, los magistrados decidieron entregar toda la documentación del caso al Procurador General de la República. licenciado Ramón O. Lovatón. Además de Hernández y Gatón Richez, la Corte de alzada la integraban los magistrados Marino Emilio Cáceres, Esteban S. Mesa, y G. Soñé Nolasco, quienes a pesar de los vejámenes resistieron los dicterios de Trujillo y sus hombres.
El nombre de La 42 procedía de la Compañía de Infantería de la marina norteamericana que desembarcó en suelo patrio en 1916, cuyos miembros atropellaron salvajemente a los dominicanos que se opusieron a la ocupación.
Con frecuencia el grupo de delincuentes organizaba jocheos y comilonas a los que asistían Trujillo, el Presidente Peynado y el licenciado Rafael Estrella Ureña, así como altos funcionarios públicos, acompañados de mujeres seleccionadas que bailaban y cantaban hasta altas horas de la noche. El cuartel general de la pandilla estaba en la casa del Padre Andrickson, conocida después de los 60 como ensanche Cucaracha, en la calle Jacinto de la Concha, después de la México, de Villa Francisca, donde ahora funciona la Pastoral Juvenil. 82 años se cumplen ahora, en mayo, ¡de la aparición de este sicariato político!…
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Origen del nombre
El nombre de La 42 sobrevino de la Compañía de Infantería de la marina norteamericana que desembarcó en suelo patrio en de 1916, cuyos miembros atropellaron salvajemente a los dominicanos que se opusieron a la ocupación. Con frecuencia el grupo de delincuentes organizaba jocheos y comilonas a los que asistía Trujillo, el Presidente Peynado y el Lic. Rafael Estrella Ureña, así como altos funcionarios públicos, acompañados de mujeres seleccionadas que bailaban y cantaban hasta altas horas de la noche