Las ciencias están de fiesta por 8 prohombres

Las ciencias están de fiesta  por 8 prohombres

En todos estos años las ciencias han abierto puertas a otros mundos. La inminencia de lo tecnológico ha mejorado la calidad de vida del hombre común. Es evidente el gran cansancio en la búsqueda de la verdad científica de una parte de la nueva juventud, el desinterés en el trabajo honrado, en el esfuerzo creativo y en lo científico. Algunos jóvenes prefieren bajar la cabeza con cinismo, plegándose a lo “fácil”. Atrás ha quedado la Moral Social de Hostos, por igual los sueños del “Padre de la Ética” en República Dominicana, don José Silié Gatón, mi progenitor, que con sus muy sabias enseñanzas en vida y en sus numerosos libros de ética y moral, está pasando junto a Hostos a ser “prehistoria social”. La razón de lo anterior es la triste realidad actual donde la prestancia de conducta, el inquebrantable esfuerzo mental, la fineza de trato, lo noble de la prosapia, lo refinado de la reflexión, la erudición, la aristocracia del pensamiento (la única que yo respeto), hoy están penosamente transfiguradas por el “bienestar simple”: el dinero fácil, el cualquierismo, el irrespeto, la vulgaridad, la mala educación, la ignorancia “docta”, los malabarismos sociales inescrupulosos, todo aquello que va por caminos muy distantes del buen vivir penosamente están primando, vergonzosamente todo lo están permeando. El inmenso regocijo de hoy es debido a la primera emisión de sellos postales dedicados a ocho prominentes científicos dominicanos, acto que reivindica todo lo anterior. Esta fue una actividad muy solemne realizada en la Academia de Ciencia de la República Dominicana (ACRD), que junto al Instituto Postal Dominicano (IPOSDOM) pusieron a circular con sus rostros un grupo de sellos en homenaje a prohombres, que han dejado a la patria un legado en cada uno de sus campos. Si hubieran vivido en la antigua Grecia hoy estarían todos morando en el Olimpo, donde solo llegaban las almas superiores, esas que han hecho verdaderos aportes a la sociedad y al progreso patrio.
Deseo en nombre de toda la familia Silié, dar las gracias a la Academia, en sus directivos Lic. Milcíades Mejía y Dr. Luis Schéker y al IPOSDOM, en la persona del doctor Modesto Guzmán su director general, por la distinción de incluir a mi padre, abogado prestante, junto a un grupo de verdaderos maestros de la ciencia nacional: don Pedro Troncoso Sánchez, reputado abogado e historiador, fundador de la Academia; Alan Loiger, ilustre botánico, descubrió la Rosa de Bayahíbe, nuestra flor nacional; Dr. Pablo Iñiguez, pionero y maestro de la gastroenterología en el país; José Luis Alemán Dupuy, filósofo y economista que hizo grandes aportes al país; Dr. Juan Manuel Taveras, considerado como uno de los padres de la neuroradiología mundial, ideólogo de CEDIMAT; Dr. Hugo Mendoza, ícono de la Pediatría, investigador a carta cabal, fundador del CENISMI y el Dr. Guarocuya Batista, destacado cardiólogo, fundador de la primera unidad de resucitación cardiovascular en el país, una de las mentes más lúcidas de la medicina dominicana y exrector de la UASD. Fui un “alumno consentido” tanto del Dr. Mendoza como del Dr. Batista, me iniciaron uno y otro en la investigación científica (mi eterno agradecimiento). Todos ellos en vida recibieron “El Laudatio Académico”, el máximo galardón que otorga la Academia a los que verdaderamente aportan para las ciencias y la nación, es decir, que a estos dos grandes los hicimos permanentes en el hermoso mural develado esa excelsa noche de homenaje al intelecto.
Si tomamos la definición de la ciencia como el conocimiento cierto de las cosas por sus principios y sus causas, entonces como figuras concomitantes estarían: la sabiduría, la habilidad, la erudición, la maestría, etc. Como vemos se desprende de lo anterior todas estas condiciones tienden a formar ese conjunto de conocimientos que constituyen el saber humano. Todos estos atributos los poseyeron estos hombres que con sus inmensos sacrificios lograron esos aportes sociales a nuestra dominicanidad. Este acto de reconocimiento en los sellos emitidos en su esencia busca que en la lontananza sirva de ejemplo a la juventud de hoy: para que los imiten en su grandeza, para que se aferren a esa unidad del bien social infinitamente solidaria, para que a esos ilustres varones ustedes jóvenes los engrandezcan de nuevo en sí, para que con su emulación les aumente a los más jóvenes el espíritu del saber y el inquirir, que reproduciendo ustedes a esas excelencias, se fortalezcan del ejemplo en sus conciencias pensantes, en su honradez, en su inteligencia superior, en su verdad, en su sencillez, en su coraje y en su equidad, pues ellos son un verdadero ¡ejemplo de vida digna!

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