PARÍS. Las grandes empresas internacionales más sólidas empiezan a recibir dinero por endeudarse, un efecto de la esperada llegada del Banco Central Europeo al mercado de deuda que ha llevado a terreno negativo los tipos de interés.
Las deudas de los Estados más sólidos, como Alemania, han sido las primeras en cruzar esta línea simbólica en el caso de los vencimientos a corto plazo, haciendo caer los intereses para el conjunto de la cadena, en particular los de las empresas mejor calificadas.
El gigante suizo de alimentación Nestlé ha sido el primero en beneficiarse de este fenómeno. Desde el miércoles no solo no paga intereses por los créditos con vencimiento inferior a dos años, sino que le pagan. «Es una especie de efecto dominó.
Si la deuda del Estado ofrece menos, las de las empresas van a aportar menos también y finalmente, los inversores descubren mundos nuevos», resume Christophe Quesnel, responsable de Oddo Securities, especialista en la deuda de empresa.
«Entre las distorsiones causadas por las tasas de interés bajas» y los programas de apoyo monetario, «ocurre que a algunos gobiernos, empresas y particulares les pagan ahora para que aumenten su deuda», explican los analistas de Royal Bank of Scotland (RBS) en una nota.
«Por primera vez, los títulos de deuda de empresas de excelente calidad se canjean a tasas negativas» en el mercado secundario, donde se revenden los títulos de deuda entre inversores, asegura el RBS, que recuerda que los intereses que pagan otras multinacionales como Shell, Novartis, Air Liquide, BASF o Sanofi «rozan cero».
Una empresa que quiere financiarse dispone de tres opciones principales: pedir dinero al banco (mayoritariamente en Europa), pasar por Bolsa emitiendo acciones o bien proponer títulos de deuda y revenderlos en el mercado pertinente. ¿Pero como los inversores han llegado a aceptar prestar dinero con pérdidas?
– El privilegio de perder – «Es el efecto del temor» ante la delicada situación europea, analiza Juan Valencia, estratega de crédito de la Société Générale CIB: «Los inversores apuestan por las inversiones más seguras, ya que de lo contrario, no están seguros de recuperar su dinero. Por lo tanto, pagan por tener el ‘privilegio’ de prestar a los Estados o las empresas más sólidas».
El anuncio a finales de enero por el BCE de que va a comprar masivamente títulos de buena calidad para ayudar a la zona euro a recuperarse no ha hecho más que acelerar el movimiento que empezó hace meses.
«El universo del crédito en euros representa en torno al billón y medio, de ellos 900.000 millones tienen un rendimiento de menos del 1% y 400.000 millones del 0,5%», dice Valencia. Los inversores, que buscan colocaciones seguras, siguen buscando el mayor rendimiento, pero cada vez es más difícil de encontrar.
«En este momento, hay un proceso de compresión y todo converge hacia cero», dice Valencia. «Los inversores se ven así empujados a optar por títulos de empresas un poco menos sólidas o directamente a cambiar de tipos de activos para encontrar mejores rendimientos», según Quesnel.
Para las empresas «es una excelente noticia», estima Valencia, aunque «pueden encontrarse en situaciones complicadas pese a que el dinero es prácticamente gratuito», advierte.
Además, observa Quesnel, «el BCE ha hecho su trabajo» por lo que ahora, «del otro lado de la cadena, el crecimiento debe reactivarse y el desempleo caer para que la gente consuma».
Y es que, como dice Valencia, aunque las «empresas gozan globalmente de buena salud, tras los grandes esfuerzos realizados después de la crisis de 2008», si quieren mejorar realmente «necesitan que la economía crezca y, por tanto, aumente el consumo».