El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva dijo ayer a una corte brasileña que los cargos de corrupción en su contra son producto de una cacería de brujas y cuestionó la imparcialidad del juez.
La comparecencia de Lula en la ciudad de Curitiba, al sureste del país, representa la segunda ocasión que encara al juez Sergio Moro, quien está al frente de una investigación nacional sobre sobornos a políticos a cambio de favores para empresas privadas.
En mayo, el exmandatario también se mostró desafiante en la corte por otro caso y, a la larga, Moro lo encontró culpable y lo sentenció a 9 años y medio en prisión. Lula apeló esa condena. «Mañana voy a llegar a casa y almorzaré con ocho nietos», dijo Lula. «¿Puedo ver a mis niños a los ojos y decirles que testifiqué ante un juez imparcial?» Moro le respondió que sí, pero Lula afirmó: «Eso no fue lo que sucedió en el otro caso».
En el caso de ayer, el exmandatario está acusado de corrupción por supuestamente aceptar un arreglo en el que la compañía constructora Odebrecht adquiriría un terreno que supuestamente debía ser destinado para nuevas instalaciones del Instituto Lula. Lula tiene varios cargos pendientes. El expresidente ha rechazado ser partícipe de cualquier irregularidad.