Cuando una mujer de la talla de Magaly Pineda fallece, nos deja un sentimiento profundo de tristeza y, a la vez, de gratitud por su legado: los derechos humanos de la mujer y la democracia.
La noticia nos llegó repentinamente, su cuerpo estaba listo para trascender en el espíritu, cuyo punto de referencia es la eternidad. Estuvo para quedarse entre nosotras y transformar nuestras vidas en nuevas oportunidades de desarrollo, autonomía y conciencia social.
Muy joven aún, recién llegada de La Vega, no podía comprender sus propuestas desde el CIPAF, pues me resultaban muy novedosas y extrañas para mi marco de referencia local. Pero, a pesar de eso, nunca retiré la mirada.
Años tardé en comprender la perspectiva de género en la violencia con- yugal y la violencia de género sufrida por la mujer por su condición de mujer, cuyos estereotipos marcados por la cultura y normalizados y legitimados por la política imperante, la mantenían en el ostracismo, la desigualdad y la exclusión.
Todo ese discurso me parecía ajeno, pero nunca retiré la mirada de aquello que me parecía tan familiar y cercano. Ella, junto a tantas otras mujeres vanguardistas en materia de igualdad de género, ha dejado huellas profundas que han cambiado mi visión del mundo.
Gracias a los aportes de Magaly Pineda, mujer de sólidas convicciones y apasionada de la justicia social, no pude quedarme indiferente, ignorando el sufrimiento y la degradación moral de la mujer sometida a violencia y malos tratos. Su contexto más íntimo, la familia y la pareja, escenario que puede constituirse en el más peligroso para ella y sus hijos.
Pude comprender cómo el poder otorgado por la cultura y los estereotipos de dominio masculino subordinaban a la mujer dejándola sin voz, sin derechos y sin escapatorias posibles.
Por su arrojo y valentía, junto a otras mujeres como Susi Pola y Sergia Galván, han sido mi marco referencial. Me enseñaron que la solidaridad por la causa de las mujeres es prioridad.
Mi respeto y agradecimiento a una maestra que sin aula, sin pizarra, sin tiza y sin redes sociales, me enseñó que somos capaces de transformar nuestro entorno e impactar en la redefinición de la mujer.
La mujer, ya no es la misma, habrá un antes y después de Magaly Pineda. No importan las décadas pasadas cuando tenemos un futuro prometedor. Nos pensamos y nos construimos distintas, somos personas sujetas de derechos humanos.
Permanecerás con voz propia.