TOKIO. Los mercados accionarios en Asia abrieron el lunes a la baja debido a las ventas de acciones de distintos sectores por el nerviosismo de los inversionistas tras los remates de la semana pasada en Wall Street.
El índice compuesto de Shanghai se precipitó 8% y se ubicaba en 3.228,57 unidades al inicio de la sesión; el índice Hang Seng de Hong Kong bajó 4,2% a 21.475,15 enteros y el índice Nikkei de 225 acciones en Japón retrocedía 2,7% a 18.918,42. La bolsa en Australia perdía 2,5% y se ubicaba en 5.084,30 untos mientras que el Kospi de Corea del Sur bajaba 0,5%.
Debido a la oleada de ventas del viernes, el S&P 500 acumuló en la semana una pérdida de 6% en su peor caída en un periodo de siete días desde 2011. El retroceso siguió a las nuevas señales de una desaceleración en la economía china, debido a que un indicador local de manufacturas, el índice de gerentes de compras, mostró una persistente contracción en sectores clave.
Una debilitación de la demanda ha tenido secuelas en otros mercados, en especial en las economías emergentes que exportan a China y que son dependientes de sus envíos de materias primas. “Los inversionistas han adoptado en primer lugar una postura de seguridad en el mercado bursátil ante la posible inestabilidad por una fuga de capitales en las economías emergentes”, dijo en un comentario Ric Spooner, estratega de mercados en la firma CMC Markets. Algunos analistas afirman que han visto grandes oportunidades de ofertas accionarias en la más reciente caída de precios, aunque persiste un ánimo pesimista en general.
“A pesar de que algunos atribuyen el ajuste a la actual desaceleración en China ante la desalentadora lectura del índice de gerentes de compras, creemos que también refleja contagio y una postura de adaptación dada las declinaciones considerables vistas en los mercados emergentes”, dijo Mizuho Bank en su comentario sobre los mercados diarios. Una baja en el valor del dólar estadounidense frente a la divisa japonesa también tenía efectos negativos en la bolsa de Tokio porque los exportadores japoneses se habían beneficiado de un yen bajo en los últimos dos años.