Haruki Murakami, corredor de fondo y reconocido escritor japonés, hace un símil entre hacer deporte y literatura. Sostiene que ambas actividades se parecen más de lo que uno cree. El autor de la novela “De qué hablo cuando hablo de correr”, afirma que en ambas funciones se requiere de una acción física, y que como en el deporte, uno piensa y escribe con todo el cuerpo, no con una parte de él.
Una interesante referencia sobre la obra está contenida en el ensayo “El músculo mueve el deporte y la literatura,” publicado por John Saldarriaga en agosto de 2016. Explica de los cambios de ritmo que deben hacer el autor y el corredor. Sabe que no puede hacer los primeros cien metros a la velocidad de Usain Bolt. Y agrega que “el atleta debe pedirle a la sangre que fluya, a los músculos que se tensionen debidamente, los huesos que se alineen de manera adecuada, y el autor planificar, saber cuántas páginas desea escribir, cuántas ventanas quiere abrirles a los personajes”.
El propio Murakami cuenta que en un momento de una carrera estaba como un zombi. Oía que cantaban y entendió que esa era su forma de mantenerse vivo. Acudió a los mantras, los códigos del yo interior que le enviaba mensajes para no desfallecer: ¡corre!, ¡ya vas a llegar!
Dice que así el autor a veces se siente perdido, pero ese yo le envía mensajes: ¡escribe!, ¡cuéntalo todo!
El articulista guatemalteco Luis Murillo, afirma que Murakami es un claro ejemplo de que el deporte y la literatura se retroalimentan. Narra que siendo un escritor fantástico le dio por la estética y decidió intentar perder peso. Para ello, empezó a correr y todavía sigue haciéndolo cual el personaje de Forrest Gump; mientras corre piensa que va a escribir y mientras escribe las endorfinas le piden volver a correr.
Dice que una cosa es ser intelectual y ver de vez en cuando un partido de soslayo y otra muy distinta es ser un verdadero practicante de deportes. Sostiene que aunque durante años se asistió a una dicotomía entre deportistas e intelectuales, en los últimos tiempos los segundos se han incrementado significativamente “saliendo del armario” y reconociendo su amor por el deporte.
Del universo, fueron escogidos cuatro clásicos, que aparte de escribir excelente literatura, tenían tiempo para entrenar cuerpo y mente gracias a los deportes. Los elegidos son: Ernest Hemingway (practicante y amante del boxeo, autor de novelas tan famosas como “Por quién doblan las campanas” y “El viejo y el mar”, entre otras), Jack Kerouac (en sus años mozos gran promesa del fútbol americano y ferviente aficionado del béisbol, también fue autor de libros míticos como “En el Camino” y “Los Vagabundos del Dharma”), JR. Tolkein (Un entusiasta y asiduo jugador amateur de tenis, que tras sufrir una grave lesión, optó por escribir las emblemáticas obras: “El señor de los anillos” y el “El Hobbit”).
Nuestro personaje de hoy, Murakami, completa la cuarteta, que aparte de su originalísima obra relacionada sobre correr, ha sido autor de fantásticas novelas sobre diversos temas como “Tokio blues”, “Sputnik, mi amor”, y “1084”. Se omitieron aquellas figuras que fueron deportistas profesionales y luego les dio por escribir libros autobiográficos o sobre deportes.
El escritor japonés en su singular obra demostró con sobrada brillantez que es posible hacer deporte y escribir mediante una manifestación dual y provechosa en el ámbito de una vida plena en lo material y espiritual.