La oferta de café de alta calidad está severamente amenazada por el cambio climático, las enfermedades y las plagas, la presión sobre los recursos de la tierra y la escasez de mano de obra para la recolección y otras labores.
Sin embargo, la demanda de esta clase de café está aumentando todos los años, según Amadeo Escarramán, coordinador del componente para República Dominicana del Programa Centroamericano para Manejo Integrado de la broca del Café (Procagica RD), proyecto que ejecuta el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) con fondos de la Unión Europea.
Desde el 2010, la producción cafetalera en el país ha registrado un descenso en la producción debido mayormente a la epidemia de la Roya del Café, la cual ha provocado que la producción se reduzca desde poco más de 35,000 toneladas métricas en el 2011 hasta cerca de 15,000 en 2015.
Eso trajo como consecuencia la importación de granos desde exterior, el deterioro de las condiciones vida en las zonas de producción, con la consecuente migración hacia las ciudades. En República Dominicana se estima que más del 60% del café que se consume aquí se importa.
Escarramán explica que la planta de café es muy sensible al cambio climático. Debido a que las plantaciones de ese cultivo tienen una vida útil de unos 30 años, los probables efectos futuros del clima son una preocupación.
Los modelos climáticos predicen que la temperatura media anual en la región subirá de 2 a 2.5 grados Celsius en los próximos 30 años. Además, la reducción de las precipitaciones con estimaciones de hasta -5 a -10% y los pronósticos de lluvias erráticas y extremas afectarían grandemente la producción.
Escarramán asegura que las altas temperaturas ambientales aceleran la maduración de las cerezas de café, lo que disminuye la calidad en taza. Agrega que el aumento de la temperatura afectará también las zonas óptimas de producción de café, lo cual incentivaría el cambio de uso de tierra por pastos o cultivos menores, como ya sucede.
“Si las lluvias disminuyen o son demasiado fuertes, tanto las flores de café como los frutos se pueden caer del arbusto. Si los ciclos de floración y maduración son erráticos, serían necesarios ciclos adicionales de cosecha, lo que incrementaría los costos. Se estima que por cada grado Celsius que aumenta la temperatura, el rendimiento baja 15%”.
Explica que las consecuencias directas de esta crisis se han reflejado a nivel de fincas, con disminución en la producción, granos más pequeños, menor rendimiento tecnológico (más trilla) y menor calidad de taza.
“Esa crisis también ha repercutido en las empresas cafetaleras, causándoles endeudamientos, pérdidas de mercados en el exterior, falta de recursos para inversión, reducción de la economía en los territorios cafetaleros, aumento de la migración a zonas urbanas, reducción de áreas plantadas de café con su consecuente impacto ambiental, menor generación de divisas e importación de café”.