Hay muchas sociedades en las que pedir prestado tiene una connotación negativa. Ciertamente no es el caso para muchas personas en Estados Unidos, un país en el que circulan cerca de 334 millones de tarjetas de crédito, según datos divulgados por la Reserva Federal el año pasado.
«Somos en buena parte una sociedad basada en el crédito», le asegura a BBC Mundo Adam Levin, presidente y cofundador de Credit.com, una empresa especializada en educar al público sobre el manejo de su crédito.
«A menos que uno planee vivir en un rincón muy remoto y aislado del país, el crédito es realmente esencial. Impacta en casi todo nivel su capacidad de alquilar o comprar un auto, rentar una habitación de hotel, comprar una casa o incluso aspirar a un trabajo», indica Levin.
¿Deuda?
Por lo que uno de los consejos que frecuentemente reciben los recién llegados al país es que soliciten una tarjeta de crédito o pidan un préstamo, grande o pequeño, con el fin de empezar a construir un historial de uso responsable del crédito.
Pero los expertos son puntuales a la hora de clarificar que no están aconsejando a la gente a endeudarse en cualquier circunstancia.
«Soy una experta en crédito. No doy consejos financieros a la gente. Ahora bien, en cuanto al crédito, si una persona no tiene ninguna deuda y nunca ha hecho uso del crédito, pues no tendrá un historial. En cambio, alguien que tiene algo de crédito y lo usa responsablemente, en el sentido de no llenar el cupo máximo de sus tarjetas y pagar a tiempo sus cuentas, va a tener un historial y puede tener acceso al crédito cuando lo necesite», puntualiza Jeanne Kelly, consejera en temas de crédito.
Levin también hace énfasis en que en Estados Unidos lo importante no es tener crédito, sino buen crédito.
«Tu historial de crédito puede ser dos cosas. Puede ser como tu curriculum, una carta de presentación, o puede ser como un prontuario de antecedentes», asegura.
«Hay deudas buenas y deudas malas. El exceso crea problemas. Nadie está diciendo que es bueno pedir cinco tarjetas de crédito y gastar el cupo máximo. Lo sabio es conseguir una tarjeta y usarla con juicio, cuando la necesite, pero sin usarla como sustituto del dinero».
«El crédito es algo para construirlo y usarlo inteligentemente. Puede ser usado para construir riqueza pero puede ser también un arma de destrucción individual», añade Levin.
El puntaje
La gran importancia concedida a mantener un buen historial de crédito en Estados Unidos se ve reflejada en la preocupación general por el puntaje que le conceden a los individuos las agencias especializadas en evaluar el riesgo crediticio.
«Las entidades que conceden crédito en un 90% revisan el puntaje FICO», asegura Kelly, refiriéndose a una de las empresas que otorgan esa calificación.
El puntaje refleja, entre otros factores, la puntualidad en el pago de las obligaciones crediticias, el número de deudas que se tiene, su magnitud, y además, el tiempo que lleva construyendo su historial crediticio.
Mientras más tiempo lleve ese historial, mejor será el puntaje.
Por lo que la experta recomienda a las personas empezar temprano en su vida laboral a construir buenos antecedentes mediante un uso responsable del crédito.
¿Acceso para todos?
Una de las razones que puede explicar la curiosidad de muchos extranjeros ante la obsesión estadounidense con el historial de préstamos es el hecho que esta sociedad, a diferencia de muchas otras, ofrece un acceso bastante extendido al crédito.
Mientras en muchos países latinoamericanos los servicios financieros siguen estando restringidos a sectores de altos ingresos en la sociedad, en Estados Unidos es más fácil tener disponibilidad de crédito.
Por supuesto, es una situación que ha generado excesos.
Basta recordar la crisis de las hipotecas ¨subprime¨ a finales de la década pasada, cuando cientos de miles de personas perdieron sus casas al enfrentar pagos de créditos inmobiliarios que les habían sido concedidos sin evaluar correctamente su capacidad de pago.
La Reserva Federal estimaba a mediados de 2014 que el crédito rotatorio en el país llegaba a cerca de US$880.000 millones, lo que daría un promedio de cerca de US$3.600 en deuda de tarjeta de crédito por cada adulto en el país.
En última instancia, si eso es bueno o malo dependerá de la actitud individual frente al acceso a esos recursos.
«Es nuestra responsabilidad actuar como administradores profesionales de nuestro portafolio de crédito», asegura Levin.