Demostrado hasta la saciedad que el papel lo aguanta todo, no debe sorprendernos leer que el aumento de sueldo que se hicieron a sí mismos los miembros del pleno de la Cámara de Cuentas, por lo que distintos sectores de la vida nacional están solicitando su interpelación en el Congreso, “no representa un derroche de recursos, sino la implementación de las políticas establecidas para el logro de los objetivos y metas institucionales”. En un documento titulado “Informe sobre políticas de compensación de la Cámara de Cuentas y puntos aclaratorios con relación al desempeño del año 2017”, el organismo explica que la aplicación de esa política salarial no entra en contradicción con la Constitución, pues se trata de una disposición aprobada por la gestión pasada. La Cámara de Cuentas también justificó, en ese documento, los RD$1,302,280.57 que gastó en diciembre pasado en el encendido del arbolito y la celebración de la fiesta de los empleados, una especie de compensación porque no se pudo fiestar en el 2016. Usted podría estar de acuerdo o no con esas explicaciones, pero no podría negar que sus miembros tienen la cara dura. Aún así, me gustaría escuchar el cuento con el que justificarán el autoreparto, el pasado 15 de diciembre, de RD$55.3 millones entre miembros del pleno, funcionarios y empleados por concepto de “bonificación”, equivalente a cuatro sueldos. Según lo publicado ayer por El Nuevo Diario, eso ocurrió una semana después de que recibieran el doble sueldo, y cinco días antes de cobrar la nómina. En este punto, querido lector, tiene usted la opción de indignarse ante tanta desfachatez, pero si es así, cumplo con advertirle que eso es todo lo que ocurrirá. Y la razón es sencilla: quienes pusieron ahí a los miembros de la Cámara de Cuentas no han demostrado ningún interés en que el mal uso del dinero público tenga consecuencias, probablemente porque también están disfrutando de la fiesta.