En el presente siglo, planificar, ejecutar y controlar estrategias y acciones que aseguren a las empresas e instituciones crear y mantener vínculos sanos y sostenibles con sus relacionados, se ha convertido en una ventaja comparativa y competitiva. Hoy, el buen vinculo, sin importar su naturaleza, forma parte de los activos intangibles de las organizaciones. Cuando el vínculo es sincero permite la cooperación, el reconocimiento y la solidaridad. Decidir y actuar al margen del vínculo familiar, laboral y social hace más difícil el logro de metas y objetivos. En la coyuntura actual, las empresas, las instituciones, las marcas y las personas están compelidas a buscar mecanismos que les ayuden a vincularse. Sin dudas, el vínculo sano es un puente para relacionarse y acercarse.
Desde esta mirada, se ha considerado que la gestión ética y profesional de las relaciones públicas es la plataforma estratégica, táctica y operativa más viable para planificar, ejecutar y controlar estrategias y acciones para robustecer el vínculo. Hoy, quien no desarrolla competencias y habilidades para crear y mantener vínculos saludables, corre el riesgo de vivir y morir solo. En este mundo de redes sociales y de apoyo, en el que para alcanzar pequeños, medianos y grandes logros, es casi imprescindible la cooperación y la articulación, se hace necesario entender y practicar el vínculo desde la perspectiva de ganar-ganar. En definitiva, las relaciones públicas tienen que visualizarse como un medio para establecer puentes de solidaridad e integración entre las organizaciones y sus grupos de interés.
Jamás las relaciones públicas pretenden ser una vía para construir barreras entre las organizaciones, la comunidad y los grupos de interés. Es un gravísimo error pretender implementar, en pleno siglo XXI, relaciones públicas de muros, tratando con ello de fomentar la cultura del aislamiento y la indiferencia.