Semana Santa, un buen tiempo para perdonar

Semana Santa, un buen tiempo para perdonar

Severos, siempre juzgamos con dureza al que peca. Nunca, sin embargo, nos detenemos a pensar qué puede estarle pasando o que historia hay detrás del pecador. ¿Y si es el sufrimiento el que le he marcado y no la maldad?

Todos en alguna ocasión hemos pecado. En mayor o menor medida, más o menos imperdonable, nadie está exento de pecado. A pesar de ello, casi nunca reparamos en las cosas que hacemos pero siempre somos implacables cuando se trata de los demás.

Hoy es un buen día para hablar de perdón. Para perdonarnos a nosotros mismos, por las veces que hemos mancillado; y a quienes alguna vez nos hicieron sufrir. El rencor sólo provoca daño.

Hacerlo es difícil. Todos lo sabemos porque lo hemos vivido: unas veces hemos perdonado, aunque sea a través del tiempo, mientras otras hemos tenido que rogar por el perdón. Ambas posiciones son terribles y dolorosas.

Estos son días para reflexionar y pensar en todo lo vivido. Ser como Jesús o intentarlo. Abramos el corazón y dejemos atrás cualquier lastre que podamos tener. Renovemos nuestra fe, sin importar en qué creamos, e intentemos ser mejores personas.

Muchos de ustedes dirán que deliro porque estos días, en los que pensamos en el descanso y el diversión, no son para teorizar sobre reflexiones y perdón. Si eres de esos, sólo me resta decirte una cosa: cógelo suave, no te aloques demasiado (el romo no se acabará si no te lo bebes) y, si te vas a mover de la ciudad, hazlo con mucha prudencia para que regreses con bien. Feliz Semana Santa.

 

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