¡Sueños y delirios de Nelson Barrera!

¡Sueños y delirios de Nelson Barrera!

Desde la noche del pasado jueves 12 de noviembre, en las tres salas del Centro Cultural Mirador se despliega impactante la exposición titulada “Inverosímil”, integrada por 25 obras, entre pinturas, esculturas y dibujos de la autoría de Nelson Barrera Lozano (1968). Se trata de la séptima muestra individual de este talentoso y carismático artista maeño, uno de los principales renovadores de la impronta surrealista en las artes plásticas dominicanas.

Curada y museografiada por el poeta y crítico de arte Abil Peralta Agüero, la exposición está compuesta por una selección de obras pictóricas representativas de su reciente producción. Entre las pinturas que se constituyen en autenticas pruebas del proceso de madurez y depuración conceptual que se advierte en las obras recientes de Nelson Barrera, destacan las tituladas “La fabrica”, “Nostalgia de Luna”, “Inverosímil”, “Recreación al Maestro Iván Tovar”, “La clave”, “Nacer es empezar a morir”, “Instrumento de la quinta estación”, “El aguador”, “Castillo de oruga”, “El gato soñador” y “El pianista invisible”.

En cada una de estas obras, arden el absurdo cotidiano, la fantasía, la frescura, el humor, la ironía y el optimismo característicos de su iconografía personal. Asimismo, esta selección pictórica nos ha permitido confrontar nuevamente el impactante colorido de su universo visual y la delirante “arquitectura” que Nelson Barrera llega a transparentar con gracia y lucidez en las cálidas superficies de sus insólitos espacios imaginarios.

El intrínseco y manifiesto equilibrio del cuerpo expositivo de “inverosímil”, adquiere mayor extensión y diversidad con la adición de una serie de esculturas en vidrio soplado, hierro, madera y fibras sintéticas que testimonian un momento evolutivo ciertamente significativo a nivel de creatividad en su obra tridimensional.

“El pensador”, “Unión eterna”, “Pináculo de luz”, “Falo”, “Prolífico I” , “Prolífico II” y “Tocando fondo”, son piezas con las cuales Nelson Barrera se reafirma como uno de los escultores dominicanos más imaginativos y efectivos de la actualidad. Con estas obras, Barrera se posiciona de manera distintiva entre los practicantes de las opciones del reciclaje y la experimentación conceptual en Santo Domingo. El artista combina una sorprendente diversidad de procedimientos, medios, técnicas y materiales en el proceso de desarrollo de una propuesta escultórica de excelente factura estética y cuyo potencial metafórico nos sitúa ante un fascinante aluvión de expectativas evocadoras.

La materia prima de la obra de Nelson Barrera sigue siendo el sueño. Sin embargo, el propio artista admite que la naturaleza es la principal protagonista de sus obras. “Ella me regala su belleza, su soledad, su misterio y su sabiduría; no deja de sorprenderme, tiene la bravura de un guerrero, la inocencia de un niño y la frescura de una adolescente. Suelo pintar solamente aquello que me transmite un sentimiento de amor, de paz o de reflexión”…

Como podemos percibir, se trata de una poética eminentemente lúdica y reflexiva, materializada desde la visión y los espacios de lo onírico, la ironía, el humor y la extravagancia. Y si se afirma su condición de renovador del surrealismo dominicano es porque Nelson Barrera se ha despedido de los universos herméticos, sombríos, melancólicos y “paradigmáticos”, practicados por importantes pintores surrealistas dominicanos como Jorge Noceda Sánchez (1925-1987), Iván Tovar (1942), José Felix Moya (1944) y Felix Brito (1954-?).

Abil Peralta Agüero, define la propuesta estética de Nelson Barrera como “un surrealismo alegre, dialogante y recreacional”… El curador de la muestra, rastrea “las influencias de las corrientes normativas del surrealismo internacional” en la obra de Barrera, señalando su conexión poética y su diálogo existencial con Salvador Dalí (1904-1989), Iván Tovar y el pintor ruso Alexander Lyamkin (1964). En efecto, se trata de un diálogo honesto, definitivamente inspirador, estallando en ocasiones como cita, asimilación, transmutación y homenaje.

Ahora bien, otra particularidad de la pintura neosurrealista de Nelson Barrera es su alarde de virtuosismo en la factura del espacio pictórico y el tratamiento de los detalles. Esto hace que sus obras retengan unos niveles de artisticidad que resultan de su obsesión perfeccionista. Y son los efectos cualitativos resultantes de esta ardiente y fructífera persistencia, la clave vital y silenciosa que impide a los espectadores despegar la mirada cuando confrontan cada una de sus obras. Por otro lado, en cada estas obras, Barrera desarrolla un relato sumamente íntimo y todavía más excitante. Incluso, a través de la misma policromía con que viste sus deslumbrantes espacios y personajes, el artista logra transmitir su sensibilidad y su propio estado emocional.

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