Tsipras necesita el apoyo del pueblo griego, del parlamento y de su formación de izquierda radical, Syriza.
ATENAS. El primer ministro griego Alexis Tsipras celebra este martes reuniones políticas en Atenas con la ímproba tarea de ‘vender’ en su país las draconianas medidas impuestas por la eurozona, a cambio de negociar otro programa de rescate para Grecia.
Tsipras necesita el apoyo del pueblo griego, del parlamento y de su formación de izquierda radical, Syriza, que ganó las elecciones en enero con la promesa de acabar con cinco años de dura austeridad, impuesta a cambio de dos precedentes planes de rescate.
Tsipras encadena «un sprint en Atenas tras un maratón en Bruselas», ilustra el diario liberal Kathmerini, al referirse a las consultas que lleva a cabo en la capital griega con miembros de Syriza, algunos de los cuales acusan al primer ministro de haberse rendido o capitulado el lunes en la capital europea ante las imposiciones de Alemania.
Según el acuerdo logrado el lunes en Bruselas con la zona euro para evitar una salida de Grecia de la unión monetaria, el parlamento heleno debe aprobar este mismo miércoles profundos cambios en la legislación laboral, en las pensiones, las privatizaciones o el IVA.
Sólo entonces los líderes de los demás 18 países de la zona euro empezarán las negociaciones con Grecia sobre un nuevo programa de rescate de una duración de tres años y por un valor de hasta 86.000 millones de euros.
Se trata del tercer plan de rescate para Grecia en cinco años.
«Hemos cortado el nudo gordiano tras dolorosas y duras negociaciones» declaró el martes a la prensa el ministro griego del Interior Nikos Voutsi, en las afueras de la sede del parlamento.
El ministro expresó su confianza de que los que en Syriza se oponen al acuerdo se mantendrán leales al ejecutivo.
Añadió que «el pueblo tiene confianza de que Tsipras y el gobierno» evitarán los efectos más nefastos de un plan de rescate con otras políticas.
Pero Voulkas no dio más precisiones.
El partido aliado con Syriza en el gobierno, el nacionalista Griegos Independientes (ANEL) celebra una reunión de urgencia este martes para determinar su posición.
Su líder, Panos Kammenos, que ocupa el cargo de ministro de Defensa, ha dicho que no aprueba las duras medidas impuestas por Europa pero que permanecerá en el gobierno.
El propio Tsipras había dicho el lunes que «la gran mayoría del pueblo griego aprobará» el acuerdo, pues permite al país permanecer en la zona euro, abre la vía a una reestructuración de la enorme deuda pública (180% del PIB) e impedirá el colpaso del sistema bancario.
En Washington, la Casa Blanca acogió favorablemente el acuerdo entre Atenas y la zona euro, considerando que se trataba de un paso importante y «creíble» en la buena dirección.
«Humillación y esclavitud»
Pero mucho griegos que votaron masivamente «No» en referéndum del 5 de julio a propuestas europeas menos duras expresaron su rabia a través de los medios sociales, con el hashtag en Twitter üThisIsACoup (Esto es un golpe de Estado), uno de los más comentados.
Coincidiendo con el voto el miércoles en el parlamento en Atenas, el sindicato de empleados estatales griegos, Adedy, convocó una huelga de 24 horas.
Haralambos Rouliskos, un economista de 60 años, afirma que el acuerdo con la zona euro trae «miseria, humillación y esclavitud».
Los acreedores de la eurozona «están intentado chantajearnos», asegura Katerina Katsaba, un mujer que 52 años que trabaja en una empresa farmacéutica.
El acuerdo del lunes en Bruselas puso fin a cinco meses de duras y fracasadas negociaciones entre Atenas y Bruselas sobre la entrega de financiación a cambio de reformas.
«Este acuerdo puede pasar con los votos (de la oposición de derecha y centro en el parlamento), pero jamás pasará para el pueblo» griego, afirmó el ministro de Energía, Panagiotis Lafazanis, del ala ‘dura’ de Syriza.