Tucanos, venta de órganos y verdad

Tucanos, venta de órganos y verdad

Este artículo es una denuncia. Poseo todas las informaciones al respecto, y cuento con el apoyo documental para exponerla. Lo que se ha estado ventilando en la opinión pública sobre la relación entre la desaparición de la niña Carla Massiel Cabrera y el mercado de órganos humanos es un montaje mediático para sacar de los medios informativos el caso de los Tucanos. La procuraduría general de la República poseía toda la documentación sobre el caso del soborno enviada por las autoridades judiciales brasileñas, y sólo luego de que la prensa de ése país comenzara a publicarla, casi tres años después, divulgó el encarpetado de la acusación. Por razones estratégicas la publicación del caso de los Tucanos era favorable al gobierno, porque en principio vinculaba a funcionarios leonelistas, y porque frenaría hacia dentro del partido los aprestos de reactivación del expresidente Fernández. Pero desplegada ya la información, y por los afanes de simular transparencia en el segundo gobierno del presidente Danilo Medina, los estrategas descubrieron que el problema del reaseguro de los Tucanos incluía gente del danilismo, y se acordó pararlo. El aspaviento se detuvo muy cerca ya de los senadores danilistas, y más próximo aún de la necesidad de ventilar públicamente el reaseguro de los Tucanos, aspecto que sacaría a flote la tajada más suculenta del dinero de la corrupción en la venta de los Tucanos.
Aún en las condiciones de subdesarrollo en que vivimos es imposible escapar al poder de lo que Alvin Tofler denominó infoesfera, esa capa envolvente de información fluida y constante en la que se desenvuelve la vida posmoderna, y que por ser tan voluminosa es casi imposible de conceptualizar. Hay más información circulando en el mundo de hoy en un solo día que la que recibieron nuestros padres en toda su vida. Los estrategas del gobierno decidieron, en el despacho de un ministro en palacio, promover un caso esperpéntico que moviera de las primeras páginas el tema de los tucanos, y quien sugirió tomar la desaparición de la niña Carla Massiel Cabrera fue un “asesor” joven del área de la DIAPE. El criterio es que la opinión pública ha desaparecido, y un disparo de información a un mismo blanco puede cambiar la percepción de la realidad. No hay que volver a leer el decálogo de la manipulación mediática de Noam Chomsky; tal y como demostrara Marshall McLuhan “El medio es el mensaje”. Valiéndose de un diario influyente, la foto, la imagen truculenta de la venta de órganos, hicieron que la información fantasiosa y mendaz sustituyera de las primeras páginas al reporte verdadero y objetivo de los Tucanos.
No importaba que la ciencia hablara fundándose en categorías gnoseológicas; para que Danilo Medina pudiera hacer algunos anuncios sobre “transparencia” se instrumentalizó sin ninguna piedad el novelón de lo macabro de la venta de órganos. Y se usó para manipulación mediática un caso de dolorosa naturaleza. Ayer mismo el Ministro José Ramón Peralta anunció que el presidente hablaría en los próximos días sobre “transparencia”, despejado ya, según la estrategia mediática, el caso de los Tucanos. Noam Chonsky, en el decálogo citado, comienza el análisis de la manipulación por el siguiente acierto: “El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes”. Es exactamente lo que ha ocurrido con la estrategia que llevó a primer plano el caso de la niña Carla Massiel Cabrera, sacando las informaciones concretas sobre la corrupción gubernamental con la compra de los aviones Tucanos.
Repito que este artículo es una denuncia. Sé que desde la esfera oficial esta vulgar y dolorosa manipulación no importa, todo vale para mantener el poder. Pero lo escribo recordando lo que dijo Malcolm X: “Si no estás prevenido ante los medios de comunicación, te harán amar al opresor y odiar al oprimido”. ¡Oh, Dios!

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