Un dominicano que visite Vejer de la Frontera se enamorará de sus casas blancas, sus callejas de piedra, su gente amable.
Pero un motivo más poderoso lo atará a este hermoso lugar de Cádiz, España: Vejer de la Frontera es el pueblo donde nació don Juan José Duarte, el padre de nuestro libertador Juan Pablo Duarte.
Hasta los años 30 del siglo pasado, había confusión sobre el lugar de nacimiento de don Juan José. Él mismo decía que era natural de “Vergera”; su hija Rosa Duarte afirma en sus “Apuntes” que su padre era sevillano; y su hijo Vicente Celestino Duarte solía agregar “de Berger” a su nombre y apellido.
Ante la duda sobre el verdadero terruño de don Juan José, el académico dominicano Emilio Tejera hizo contacto, hacia 1933, con el sacerdote español Ángel Carballeiro y de Vera, párroco de la iglesia del Divino Salvador, en Vejer de la Frontera, quien confirmó que allí se encontraba la partida de bautismo del padre de Juan Pablo, copia de la cual envió a Santo Domingo junto con copias de las partidas de bautismo de sus padres, Manuel Duarte y Ana María Rodríguez, y sus bisabuelos, Cristóbal Duarte y Catalina Rodríguez.
Esta gestión de Tejera y de Carballeiro fue una fortuna para la historia dominicana y vejeriega, pues unos años después, el 19 de julio de 1936, a inicios de la Guerra Civil Española, la iglesia fue incendiada, perdiéndose casi todos los documentos parroquiales, incluyendo los relativos a la familia Duarte.
No obstante, hoy pueden encontrarse testamentos de los Duarte en el Archivo Municipal de Cádiz, entre ellos, el de Manuel Duarte, padre de don Juan José y abuelo de Juan Pablo, documento del año 1776 en el que se asignan sus bienes, setenta cabras machos y hembras y algunos muebles, a su mujer Ana María Rodríguez, con la que llevaba casado doce años, y a sus hijos legítimos Juan Joseph, de siete años, y Cristóbal, párvulo; se reconocen deudas en trigo a un vecino de Vejer y dinero a su cuñada por el alquiler de la casa donde vivía; y se especifica que a él “no se le debe cosa alguna”.
Pueblo sobre nubes. Desde la autopista que la comunica con Cádiz capital, Vejer parece flotar sobre la montaña que acoge sus murallas e iglesias. Algunas mañanas con neblina, da la impresión de que las casas estuvieran edificadas en las nubes.
Un camino empinado, flanqueado por bosques tupidos, nos conduce hasta un tejido de callejas, de trazado libre, tan estrecho en algunos puntos, que los frentes de las viviendas casi se tocan entre sí.
Afuera se repiten interminablemente fachadas blancas, de pañete rústico, formando un manto que ondula con los cambios de luz.
Si atravesamos una puerta hacia el interior de cualquier vivienda, todo cambia. Encontramos patios frescos con fuentes de agua, rincones con arabescos multicolores y flores que estallan en jardines, escaleras y balcones.
Si miramos a lo lejos, veremos viejos molinos de viento que una vez sirvieron para moler trigo, y modernos molinos para producir energía eólica, símbolos del pasado y el presente de este pueblo que es considerado, con toda justicia, uno de los más hermosos de Cádiz.
Hazas de Suerte y el Cobijado. Vejer tiene un héroe popular, Juan Relinque, quien encabezó la lucha de los campesinos para que el ducado de Medina Sidonia reiniciara la práctica de ceder terrenos para ser sorteados entre los lugareños.
Este sistema había sido iniciado por los reyes castellanos como atractivo para repoblar con españoles los pueblos en manos musulmanas reconquistados por Alfonso X en el siglo XIII.
Casi ocho siglos después, con modificaciones hechas en distintas transacciones, decretos y reglamentos, estas hazas o porciones de tierra siguen siendo sorteadas cada cuatro años entre los vejeriegos, constituyendo un modo de manejo comunal de la tierra único en el mundo, por lo que ha sido sometido por las autoridades de Vejer a la Unesco como patrimonio inmaterial de la humanidad. Otro elemento distintivo de la identidad de Vejer es el vestido tradicional femenino conocido como “cobijado”, traje de manto y saya que cubre completamente el cuerpo y la cabeza de la mujer. Aunque a primera vista pueda asociarse con la burka o el niqap musulmán, historiadores afirman que se trata de una influencia castellana de los siglos XVI y XVII. En la actualidad, no se usa el cobijado, el cual ha devenido en traje típico que solo se exhibe en fiestas populares.
Hermanamiento con Santo Domingo. En 2009 se produjo un hecho trascendental para el acercamiento entre la República Dominicana y Vejer de la Frontera: el hermanamiento de ese municipio gaditano con el municipio dominicano de Moca, fruto de la gestión realizada por el exministro de Cultura de República Dominicana, José Rafael Lantigua. El hermanamiento incluyó la firma de un acuerdo de colaboración técnica y cultural y la colocación de un busto de Juan Pablo Duarte en la avenida Andalucía, frente al barrio República Dominicana, en Vejer.
Este hermanamiento con Moca es celebrado por los vejeriegos; pero el alcalde de Vejer, José Ortiz, e historiadores y cronistas como Antonio Muñoz, Juan Jesús Castillo Duarte, Juan Begines, Francisco López y Carlos Gómez, algunos de ellos descendientes de los Duarte, ven con simpatía un hermanamiento con Santo Domingo, por ser este el municipio donde don Juan José Duarte vivió e hizo labor comercial y patriótica.
Un hermanamiento Vejer-Santo Domingo sería un justo reconocimiento a un vejeriego honesto y emprendedor como Juan José Duarte y a sus aportes invaluables a la independencia dominicana, por la cual ofrendó desinteresadamente parte de su patrimonio y por la que sufrió la vejación y expulsión a perpetuidad de su valiente familia, especialmente de su excelso hijo Juan Pablo Duarte.