Pekín. EFE.
Dos días después de terminar la final de 100 metros separados por 13 milésimas, el jamaicano Usain Bolt -campeón- y el estadounidense Justin Gatlin -segundo- reanudaron ayer las hostilidades en el estadio de El Nido, esta vez en la primera ronda de 200.
Bolt se impuso en la tercera serie con 20.28 sin apretar más que en la curva. Inmediatamente a continuación, en la cuarta, Gatlin se dio un paseo parecido, ganando con un tiempo de 20.19 que le equiparaba otra vez al más grande de todos los tiempos. Los dos han sido ya campeones de la media vuelta a la pista. Bolt en Berlín 2009, Daegu 2011 y Moscú 2013, Gatlin en Helsinki 2005. El panameño Alonso Edward, subcampeón mundial en Berlín 2009 por detrás de Bolt, ganó la segunda serie con 20.11, y el dominicano Yancarlos Martínez también accedió a semifinales, como tercero de la tercera serie con 20.34, en la que fue descalificado el hondureño Rolando Palacios.
En las semifinales femeninas de 400 la estadounidense Allison Félix, tres veces campeona de 200, encabezó la tabla de tiempos con 49.89. Nadie más bajó de los 50 segundos. Le siguieron la jamaicana Shericka Jackson (50.03), la bahamesa Shaunae Miller (50.12) y la defensora del título, la británica Christine Ohuruogu (50.14).
Atletas pasión por deporte
Si en el atletismo a veces una competición es cuestión de segundos o centésimas de segundo, otras decisiones son para toda la vida, como los tatuajes con los que algunos adornan su cuerpo y con los que exteriorizan sobre todo tres pasiones: su familia, su país y el deporte que tanto aman. Entre los atletas latinoamericanos que están participando en el Mundial de Pekín-2015, uno ha destacado claramente por los numerosos tatuajes que ha ido grabando en cuerpo, Gerald Giraldo, eliminado en la primera ronda de los 3.000 metros obstáculos.
El joven colombiano tiene varios muy visibles, pero sobre todo destacan los del pecho, con el rostro de sus padres, a los que ve mucho menos de lo que desearía, por lo que decidió llevarles en su propia piel.
«En el pecho llevó a mi papá y a mi mamá. Salí hace ocho años de mi pueblo natal para prepararme y los veo muy poco. Están lejos, a unas ocho horas (por carretera), así que los veo una o dos veces al año», explicó a la AFP en el estadio Olímpico de Pekín. En el brazo derecho lleva una imagen de Jesucristo, «que me da suerte y me protege», y en el resto del cuerpo otros «símbolos de la competencia, guerreros y otras cosas de esas». El venezolano Alberth Bravo, eliminado en la primera ronda de los 400 metros planos pero que todavía tiene pendiente de competir en los relevos 4×400 metros, es otro de los que más adornan su cuerpo.
El primero se lo hizo a los 14 años. «Es un corazón, lo vi en una revista y me gustó. Fue algo más de rebeldía que de consciencia», admite. El resto tienen que ver con su carrera deportiva, especialmente la imagen del personaje Iron Man, el personaje de cómic adaptado al cine y que es su apodo.
«Es Iron Man, así me llaman en Venezuela, el +Hombre de Hierro+. Fue porque yo hacía salto largo, vallas, 400, salto largo. En una competencia lo hice todo y la gente decía que no me cansaba. Me gustan los tatuajes, me gusta el personaje y me gusta el apodo», cuenta. En el brazo derecho lleva el logotipo de la Federación Internacional de Atletismo (IAAF), porque «es el deporte que amo», y en uno de sus gemelos se tatuó los aros olímpicos con una «V» de Venezuela y la bandera nacional. En recuerdo a los Juegos de Londres-2012, donde formó parte del equipo de relevos que se clasificó para la final. Tatuarse la bandera nacional es algo que también decidió el puertorriqueño Javier Culson, que la lleva en uno de sus brazos, también junto a unos aros olímpicos. Fue sin embargo una de las decepciones latinoamericanas de esta edición.