El ministro de educación, Ángel Hernández, anunció la “digna” decisión de aportar un beneficio adicional para los padres a partir del 28 de agosto. Consiste en otorgar, por cada niño que asista a la escuela, al padre un bono por la suma de mil pesos dominicanos (RD$1,000), puntualizando que será por estudiante. ¡Wao! Sí, asimismo ¡1,000 rayas por carajito!
El 20 de septiembre del 2022, la Dirección de Comunicaciones del Ministerio de Educación de la República Dominicana (MINERD), señaló que para el año escolar 2022-2023 habían sido convocados 2,627,883 estudiantes, lo que nos arroja una proyección del gasto en el bono de RD$2,627,883,000, para el 2023-2024.
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Este anuncio ha caído como un balde de agua fría en la sociedad dominicana. Dando paso a una serie de preguntas, siendo la más relevante, ¿Para qué son los RD$1,000? El MINERD va a entregar la utilería escolar y los uniformes, entonces, ¿A dónde irán los RD$1,000? A la basura, quizás…
¿Estos fondos a cuál de las partidas del presupuesto anual del MINERD corresponden? “Dádivas”, “Populismo” o “No sé”.
Hernández, una vez más, deja en evidencia sus debilidades en la gerencia y dirección de la educación de nuestro país. Reafirmando la teoría de que ser un buen profesional no garantiza ser un buen servidor público.
Sacar al Estado dominicano de la peor crisis educativa en la que se encuentra sumergido requiere de un liderazgo institucional renovado. Un ministro comprometido en asumir los retos reales del sistema, desarrollando e implementando, desde la raíz del problema, políticas públicas educativas sostenibles en el tiempo que otorguen bienestar a la comunidad escolar, y por ende, bienestar social.
Hoy, más que ayer, eliminar programas populistas que irrespetan la dignidad de los ciudadanos debe ser parte de la agenda nacional. Y por cierto ministro, ¿Las acciones educativas pa’ cuando?