La comunicación como proceso participativo, ya sea desde las perspectivas humana, corporativa o mediática, consiste en la interacción de varios componentes: emisor/fuente, mensaje/información, medio/canal, retroalimentación/participación y receptor//audiencia.
Conocer el rol de cada uno de los elementos mencionados es lo que permitirá que se logre el objetivo de cualquier acción comunicativa.
Para lograr que la comunicación sea efectiva, es imprescindible que el receptor crea en la sinceridad de la fuente que emite el mensaje.
Muchas empresas, instituciones, marcas y personas olvidan que las audiencias sociales saben leer y enjuiciar los contenidos de sus mensajes.
Por ejemplo, la calidad, veracidad y objetividad del mensaje o información son condiciones claves para que pueda establecerse relación y conexión entre emisores y receptores.
la forma y contenidos de los mensajes no guardan coherencia con la realidad a la que aluden, lo más lógico es que los receptores o audiencias pierdan la credibilidad en las fuentes que emiten los mismos.
La credibilidad, la intención y la contextualización del mensaje, son más relevantes que la estética empleada en su elaboración y difusión.
Desde la mirada de la comunicación estratégica, no es recomendable que los contenidos de los mensajes se elaboren, se compartan y se difundan a partir de mentiras o hechos inexistentes.
Los emisores o audiencias se irritan y dejan de creer en la fuente o emisor cuando perciben que el propósito de sus mensajes se enmarca en el contexto de la manipulación y distorsión.
La comunicación humana, corporativa y mediática solo será efectiva si el mensaje es elaborado y compartido desde la perspectiva del respeto y la consideración entre emisores y receptores.