Asertividad para resolver problemas

Asertividad para resolver problemas

José Miguel Gómez

En la vida cotidiana se expresan conductas y comportamientos que confirman la gran cantidad de personas que son inmaduras, con falta de habilidades y destrezas para resolver problemas, o son incapaces de proteger sus vulnerabilidades; y, cuando no, poniendo al descubierto su disfuncionabilidad en el manejo de los estresores psicosociales.
En cualquier etapa del desarrollo las personas van a tener que enfrentar circunstancias vitales en sus vidas: una pérdida, una enfermedad, una frustración, un desengaño, una decepción, un divorcio, un conflicto financiero, un problema por una herencia o un conflicto familiar.
En cualquiera dificultad la diferencia la establece con qué nivel de asertividad resuelve los conflictos, las desavenencias o las adversidades de la vida. Las personas agresivas o de mecha corta, siempre lo resuelven con pleitos, insultos, amenazas, de forma explosiva, o bajo condiciones extremas donde puede dañar a una persona y dañarse ellos; demostrando ninguna capacidad de asertividad.
Los pasivo-agresivos se manejan entre “sumiso-agresivo”, en silencio y en indiferencia, pero por debajo confrontando, desarticulando y llevando al contrario a la vulnerabilidad total; debido a que saben esperar meses, años, semanas, para organizar una estrategia de respuesta, que puede ir desde el chantaje, golpes bajos, hasta la descalificación moral; Pero, queda registrado, al final, como una respuesta poco asertiva.
Sin embargo, las personas sumisas, tolerantes a los extremos, las evitativas, las dependientes o victimizantes, pueden mandar mensajes conductuales de poca asertividad, dejando o permitiendo que otras personas les desconozcan sus derechos.
Las personas que practican la asertividad poseen habilidades, destrezas, inteligencia emocional y social para resolver problemas, manejarse en la tormenta, o en medio de una crisis, debido a que aprenden a gerenciar sus emociones, controlar sus impulsos y medir el impacto de sus consecuencias.
Una persona asertiva no es tonta porque posponga un conflicto, porque se tome su tiempo para responder o porque tenga que valorar las circunstancias, medir los riesgos y las consecuencias. Todo lo contrario, la persona asertiva tiene conciencia emocional, empatía emocional, sana autoestima, autoconfianza y autodeterminación para tomar el timón de su vida, a través de un cerebro holístico: de visión de helicóptero que le permita ver cada problema por complejo que sea.
La asertividad implica conocerse, manejarse emocionalmente y aprender a lidiar con las emociones de las otras personas; tener el tacto y el olfato de leer, sentir y valorar, el lenguaje oral, gestual y conductual de la persona que genera el conflicto. Se valora el tono y volumen de voz, la mirada, las manos, la postura, la transparencia y coherencia en su habla y en su proceder, pero sobre todo se discrimina el sistema de creencia con el que actúa.

La conducta y el comportamiento, se dejan expresar a partir de la forma emocional y de los pensamientos e ideas que se defienden; los resultados de vida guardan relación con la parte moral, los hábitos, los rasgos de personalidad y hasta de su nivel de patología mental.
Las personas sin asertividad viven expuestas a ser víctimas de los depredadores, de las personas grises, de los desalmados y de los “dañados con éxitos”. Es decir, en diferentes circunstancias y problemas a los que estamos expuestos, jóvenes, adultos y adultos mayores, no se pueden dejar pisar, controlar o que les violen los derechos, su dignidad y su libertad.
La persona asertiva aprende a defenderse de forma inteligente, basada en su esfuerzo, trabajo, voluntad, dedicación, su reconocimiento y su integridad; para demandar derechos, inclusión y valoración hacia el logro y las oportunidades.
En la asertividad hay fortaleza y firmeza; pero también, hay silencio, prudencia y espera. Pero siempre se tiene y se adopta una estrategia y una táctica para resolver los problemas, proteger la vulnerabilidad y gerenciar el conflicto para salir bien, cuando a otros les va mal.
La persona asertiva identifica el problema, le pone nombre y apellido. Aprende de los solfistas: se monta en su mejor ola, la que le empuja más lejos; debido, a que a veces el mar se tranquiliza y no vuelven más olas.
En resumen, las personas asertivas saben tener equilibrio en la cuerda más difícil o en los conflictos más desgarradores; pero tienen la calma y la sabiduría de no impacientarse para no perder su fortaleza, su dirección y su enfoque.

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