El pueblo en las calles contra los Trujillo
Patricia Solano y Juan Miguel Pérez
A pesar de los intentos por mantener la dictadura, la presión del pueblo empezó a convertirse en un clamor. En las calles, la gente pedía libertad.
En los periódicos paraoficiales, en cambio, las noticias hablaban de estabilidad y transición pacífica hacia la democracia, ofreciendo enormes espacios a los mítines del Partido Dominicano.
Pero los exiliados empezaban a regresar al país y los presos políticos a salir de las cárceles. Crecía la actividad entre las agrupaciones de oposición como la Unión Cívica Nacional, el Partido Revolucionario Dominicano y el Movimiento Revolucionario 14 de Junio. En las calles, las manifestaciones se multiplicaban.
La gente pedía a gritos que se fueran los Trujillo; pedía a la OEA que se endurecieran las sanciones hasta que terminara la dictadura y se abriera la participación política a toda la diversidad existente.
Ahora el pueblo era protagonista.
A esta multitud que pedía ayuda a la OEA para sacar a los Trujillo y a Balaguer el 12 de septiembre, un reconocido agente del SIM, Salvador Rodríguez Villeta, disparó sin contemplaciones y asesinó a Víctor Rafael Estrella Liz, un profesor de economía de 33 años, y a Manuel Martínez, un mecánico de 24 años. El fin de la dictadura estuvo lleno de atropellos, abusos y sangre.
Los trabajadores entran en acción
A pesar de la intensa propaganda que pintaba a Trujillo como un paladín de la economía, la realidad era que el pueblo dominicano estaba sometido a duras condiciones de pobreza. Debido al terror, nadie se atrevía a reclamar absolutamente nada; no se podía criticar al Gobierno ni quejarse de sus decisiones.
Esa situación se refleja en los periódicos de la época, que no reportan demandas sociales durante los años de dictadura. En los meses posteriores al ajusticiamiento, esta situación da un cambio drástico: empiezan a surgir los reclamos de aumentos de salarios y las personas trabajadoras empiezan a formar sindicatos para luchar por reivindicaciones laborales.
Noviembre y diciembre fueron meses de gran intensidad en las calles. Uno de los recursos más poderosos fueron las huelgas, que en algunos momentos paralizaron el país, primero para reclamar la salida definitiva de los Trujillo y luego contra Balaguer y sus intenciones de quedarse en el poder.
La última huelga del 1961 duró 20 días en los que el pueblo dejó clara su vocación y sus anhelos de apertura y libertad. Ni las tropas de camuflaje que amedrentaban a la gente con armas largas ni los tanques de guerra en las avenidas impidieron las manifestaciones.
¡Libertad, Libertad, Libertad!
Ni aviones de combate en rasantes vuelos sobre la multitud, ni los tanques en las calles, ni los paleros, ni los sicarios de los Trujillo impidieron las manifestaciones. En cualquier parte surgían grupos que marchaban en las calles coreando “¡Libertad! ¡Libertad! ¡Libertad!”.