Por Patricia Solano y Juan Miguel Pérez
Esa historia es un legado directo de las dos ocupaciones militares estadounidenses del país. La primera, la de 1916-1924, organizó en el país la Guardia Nacional, una instancia que servía de apoyo a las fuerzas extranjeras en su lucha contra los focos de resistencia nacionalista a la intervención.
Las atrocidades cometidas por ambos cuerpos armados fueron fomentando prácticas que se hicieron costumbre, pero sobre todo establecieron una doctrina militar fundada en el “enemigo interior”, es decir, donde la amenaza principal a la soberanía nacional y la paz pública no estaba en una potencia extranjera, sino en cualquier foco de resistencia o protesta de la población.
Trujillo fue uno de los mejores discípulos de esa doctrina, y debido a la crueldad de sus acciones en perjuicio de los patriotas que luchaba contra el invasor extranjero, fue promovido en varias ocasiones por la administración estadounidense, a tal punto, que cuando salieron del país dejaron a Trujillo como jefe de las que luego serían las Fuerzas Armadas y Policía Nacional dominicanas.
Durante los 31 años de dictadura los estamentos militares fueron empleados para cometer los crímenes e implantar el terror de Estado con los cuales Trujillo sometió a los dominicanos. Los organismos de inteligencia, los cuarteles y la jerarquía militar eran sistemáticamente utilizados por el dictador para la realización de sus fechorías.
Posterior a la salida de los Trujillo del país en noviembre de 1961, el poder económico y político conservador del país utilizó la fuerza militar como parte de sus mecanismos para frenar la transición hacia una plena democracia.
El Golpe de Estado a Bosch en 1963, la intervención militar norteamericana y la posterior instauración de Balaguer y su régimen dictatorial, fueron realizados con la participación activa de los sectores militares más recalcitrantes.
Hasta el día de hoy, los estamentos militares continúan participando en la comisión de delitos, incluyendo el dolo, como lo documenta el caso Coral y la confesión del oficial Raúl Girón sobre las prácticas de corrupción en los estamentos militares actuales.
La herencia del autoritarismo en la cultura política es pesada y está presente en todos los ámbitos. El militar es uno de los más evidentes. Una nueva doctrina militar, social y democrática, es necesaria en el país.
El video animado “Una policía democrática…¿cómo así?” es uno de los materiales didácticos que el proyecto 1961 ha realizado con el objetivo de concientizar a los servidores públicos, en especial a policías y militares, sobre cómo operar de forma democrática en sus funciones (en YouTube, canal 1961 libertad).