Por: Patricia Solano y Juan Miguel Pérez
Desde 1961 la vida política, social y económica de República Dominicana ha estado marcada por dos tendencias políticas: el conservadurismo de derecha y el progresismo de izquierda. El acta de bautizo de esa disputa fue el año 1962, cuando dos ideologías se enfrentaron en la campaña electoral que en diciembre ese año eligió la opción Bosch, por encima de la Viriato Fiallo.
Esa contienda no se limitó a dos partidos en disputa por el poder político del país, sino que integró en la pugna a otras fuerzas políticas con distintas visiones de país. Estaba en juego el tipo de sistema político que asumiría el país luego de 31 años de dictadura.
La lucha contra el trujillato unió a muchas sensibilidades políticas adversas. En 1962 el país pasó a una verdadera batalla campal entre dos visiones: una por democracia popular y otra tutelada por las élites. Esta última era la característica del Consejo de Estado que gobernaba en ese momento, y eso, sumado al aparato militar trujillista que estaba intacto, y un clero religioso agitando sentimientos anti-comunistas, trabajaron para frenar los anhelos de democracia plena de los dominicanos, que necesariamente implicaba la redistribución del poder político, pero también del poder económico, y así social de la gente, sobre todo de los sectores más humildes de la nación.
Leer también: El año de la libertad: Después de la dictadura, ¿Qué ha pasado en RD?
El primer escalón político hacia esa democracia real fue propuesta por la Agrupación Política 14 de Junio. Manolo Tavárez, su líder, asumió la bandera de una Asamblea Constituyente, antes que cualquier elección de autoridades, de manera tal que fuese el pueblo directamente el que discutiera y proclamara el tipo de democracia que luego sería gobernado por las clases dirigentes. Era entregarle a esa voz popular que en las calles había sacado a los Trujillo en 1961 una constituyente para poner orden político a sus expectativas, algo que le hubiese dado una base popular más robusta al Gobierno que surgiría de las elecciones de diciembre de 1962.
Lamentablemente, esa opción no fue secundada por la mayor parte de la naciente partidocracia, incluyendo al Partido Revolucionario Dominicano. Las elecciones presidenciales se celebraron antes de la constituyente, quedando así en manos de élites la representación de la transformación que esperaba el país después de la dictadura.
De todas maneras, Bosch traía un discurso progresista al advertir que en lo adelante la lucha ya no era entre trujillistas y antitrujillistas, sino entre explotadores y explotados: “La República es de todos los dominicanos, no de un grupo de dominicanos”.
Esa propuesta fue escogida en las elecciones de forma abrumadora, incluyendo por las tendencias revolucionarias como el 14 de Junio, pero el proceso de democratización nacional que inició a partir de su toma de posesión encontraría muy poderosas fuerzas reaccionarias hostiles.
No hubo un pueblo organizado y fuerte para defender las conquistas y así, en pocos meses, abortó el primer proceso democrático de la República Dominicana post-Trujillo.