Los indicadores socioeconómicos y psicológicos hablan de los desafíos, angustias, riesgos y vulnerabilidades de los adultos mayores: incremento de la soledad, falta de ahorro y de activos que pueda paliar la devaluación de la moneda, la inflación y los costos de los servicios básicos, la inseguridad de las AFP y la pensión pobre que no alcanza para vivir con calidad y calidez; más la falta de políticas de protección para el adulto mayor.
Los dos modelos copiados: AFP del modelo chileno para cubrir el costo de las pensiones ha reproducido más pobres y desigualdades en las personas que ahorraron creyendo en esta aplicación tan desigual y tan deshumanizada. Por otro lado, el modelo de salud neoliberal importado de Colombia que ha convertido el sistema de salud en un indicador de servicio según la clase social; en ambos, la clase media y media baja, junto a los pobres, son los que menos perciben el bienestar social.
Antes de los 60 años, producto del trabajo se espera haber alcanzado los indicadores básicos de satisfacción vital: la vivienda, el ahorro, los activos, el seguro médico, el bienestar familiar, pareja, el social, el espiritual, el sentido de vida y la armonía entre el interior y lo exterior, para fluir con la subjetividad de la felicidad.
Se espera que cada adulto responsable con su vida productiva organice su proyecto de vida; pensando guardar pan para mañana. Cada error, o cada decisión equivocada, desenfocada y sin prevención de riesgo y consecuencias, pueden arruinar el bienestar después de los 60.
Después de los 60 años las personas tienen que continuar produciendo, aumentar sus ingresos, ahorrar todo lo que puedan, disminuir sus gastos o priorizarlos, proteger sus vulnerabilidades en todas las áreas y buscar resolver sus problemas con inteligencia emocional y social.
Para fluir después de los 60 hay que asumir el ser, no el parecer; aprender a sintonizar con sus prioridades, sus gustos, sus intereses, con los espacios y las personas significativas que le ayuden a oxigenar y nutrir la existencia. Se debe reflexionar que le queda menos años de lo que ha vivido. De ahí la necesidad de celebrar sus logros, disfrutar los espacios que ha construido, participar donde se siente valorado, apreciado y respetado. Después de los 60, no es inteligente mantener el luchismo en la vida, desgastarse con personas tóxicas ni pretender que le acepten en cada lugar o grupos de personas.
Son tiempos para usted; de auto-gratificarse, de cuidarse, merecerse el buen trato y dejarse acompañar y ser recíproco con las personas que le quieren, le admiran o le desean lo mejor.
Después de los 60, cuídese de inventar, realizar inversiones que usted no conozca, dejarle su dinero para la administración a hijos, yernos, amigos. El nombre de sus gastos y de su dinero póngalo usted. Pero sobre todo recuerde que no debe inventar con sus ahorros, los certificados, sus inversiones y algunos activos. La vida cambia en cualquier momento, y una enfermedad catastrófica le consume parte de sus ahorros y sus gastos fijos, y le pueden poner en la ruina y encima de todo, con una enfermedad crónica para el resto de sus días.
Es inteligente aceptar los cambios, reaprender, adaptarse, recordar el pasado pero vivir asumiendo el presente. Si puede viajar, viaje, socialice con personas, haga ejercicios, asista a tertulia, practique el altruismo como voluntario en algo que usted pueda ser útil y enseñar; lea todo lo que pueda, aprenda una nueva actividad, descanse y celebre cada día, cada semana, cada mes, cada año.
La madurez, la productividad y satisfacción en la búsqueda del bienestar y la felicidad son prioridad después de los 60. Si no, pregúntese ¿cómo quiere terminar? ¿Cómo desea ser recordado? y ¿quiénes van a ser sus compañeros de viaje?