En una sociedad como la dominicana, en la que la mayoría de sus ciudadanos no ha tenido la oportunidad de recibir una educación de calidad que les permita desarrollar pensamiento crítico para analizar, entender y evaluar los contenidos de los discursos, los propósitos ocultos de las praxis y la manipulación deliberada de los hechos sociales, políticos y económicos, los que en la vida cotidiana suelen comunicarse y aceptarse como si fuesen axiomas, se hace imprescindible que exista una organización con autoridad legal para controlar los mensajes persuasivos y manipuladores que emplea la publicidad engañosa.
Además del control legal, formar ciudadanos con pensamiento crítico puede ayudar a contrarrestar los efectos negativos de esta modalidad publicitaria.
Se ha comprobado que los mensajes continuos y premeditados que produce y difunde la comunicación publicitaria engañosa, inciden en el comportamiento, en la toma de decisiones, en las opiniones, en el patrón de alimentación, en las relaciones, en las voluntades y hasta en los valores que asumen determinadas audiencias conformadas por personas que carecen de competencias para leer e interpretar críticamente los contenidos de este tipo de publicidad. Si duda, la publicidad engañosa se ha convertido en un medio de control social, la cual induce, persuade y manipula a los huérfanos de pensamiento crítico.
¿Qué porcentaje de los ciudadanos dominicanos compra un producto o una marca, elige un candidato de una organización política para que contribuya a crear el anhelado bienestar común o decide visitar tal o cual lugar inducido y persuadido por los mensajes engañosos de la comunicación publicitaria? El número de los que deciden comprar y elegir, luego de ser persuadidos y manipulados por mensajes preconcebidos, es bastante alto. ¿Quién protege y defiende a los ciudadanos dominicanos para que no sean víctimas de la publicidad engañosa que producen y difunden determinadas marcas, establecimientos comerciales y organizaciones políticas?
En estos días de malas, regulares y buenas ofertas electorales, pocos ciudadanos han podido privarse de ver y escuchar por doquier mensajes publicitarios engañosos y huérfanos de credibilidad. En definitiva, la publicidad engañosa ha estado paseándose por los diferentes medios de comunicación de República Dominicana como chivo sin ley.