65 AÑOS, lecciones aprendidas y 2

65 AÑOS, lecciones aprendidas y 2

No te salves

Note quedes inmóvil
al borde del camino
no congeles el júbilo
no quieras con desgana
no te salves ahora
ni nunca
Note salves
no te llenes de calma
no reserves del mundo
sólo un rincón tranquilo
no dejes caer los párpados
pesados como juicios
Note quedes sin labios
no te duermas sin sueño
no te pienses sin sangre
no te juzgues sin tiempo
Pero si
pese a todo
no puedes evitarlo
y congelas el júbilo
y quieres con desgana
y te salvas ahora
y te llenas de calma
y reservas del mundo
sólo un rincón tranquilo
y dejas caer los párpados
pesados como juicios
y te secas sin labios
y te duermes sin sueño
y te piensas sin sangre
y te juzgas sin tiempo
y te quedas inmóvil
al borde del camino
y te salvas
entonces
no te quedes conmigo. Mario Benedetti

Hace cuatro días que llegué a la edad soñada de mis 65 años. Tenía pensado, como hace los orientales, hacer una celebración por todo lo alto. En la cultura oriental se honra a los que han sobrepasado la edad de los 60 años, porque según esas creencias el mérito no eshaber nacido, sino haber vivido con dignidad, y para vivir hay que cumplir años. Nacimos por el azar de dos cuerpos, sin proponérnoslo. Pero decidimos vivir para alcanzar nuestros sueños y realizar nuestras utopías.

Cuando iniciaba este artículo comprendí que, a lo largo de estas seis décadas y medias de vida, he recibido muchas lecciones y enseñanzas, y quiero compartirlas con ustedes, mis fieles amigos de estos Encuentros.

Ser como el agua. Soy demasiado caribeña: intempestiva, dominante, persistente y hasta necia. La vida me enseñó, a fuerza de tropiezos, que es mejor ser como el agua, que fluye y es aparentemente blanda; pero en el fondo es tenaz, porque es capaz, con persistencia ininterrumpida, de destruir a la piedra.

El agua tiene también la propiedad de colarse por los espacios más pequeños, gota a gota es capaz de inundar una casa. Dicen los taoístas que el río bordea la piedra, enfrenta en silencio los obstáculos, y siempre, siempre llega al mar, aunque tenga que variar su curso.

Disfrutar de las pequeñas cosas. La rapidez de la cotidianidad impuesta por occidente, nos convierte en seres autómatas que viven para trabajar. Los que tenemos la dicha de tener un trabajo decente pensamos siempre en el mañana: ahorrar para el futuro, guardar para el retiro.

Eso está muybien, pero nos olvidamos del hoy, del aquí, del presente. Durante mis frecuentes crisis agudas provocadas por mi asma, aprendí una gran lección: no somos indispensables. La vida seguirá su curso.

Somos simplemente necesarios. Entonces ¿por qué no disfrutar la belleza de cada día? Hacernos conscientes de la salida del sol, de la belleza de la lluvia, de la magia de la luna, del trinar de los pajaritos, de las flores, de la brisa, del mar… en fin del regalo cotidiano de cada día. Vive hoy, sin olvidar, por supuesto, el mañana.

La familia: el principio y el fin de las cosas. Hace unos años escribí un artículo que se titulaba “La familia (im)perfecta” que tuvo muy buena recepción. Nacimos, no elegimos la familia. Llegamos al seno familiar sin proponérnoslo.

No existe, no puede existir ni existirá nunca, una familia perfecta, sencillamente porque somos imperfectos y nuestros padres traen consigo una pesada carga de sus propios dramas. Sin embargo, es ese grupo disímil al que pertenecemos. Hay una frase que aprendí y tengo como lema: “En las familias no hay pecados imperdonables”.

Perdonar los agravios es la única llave para mantener el equilibrio a fin de fortalecer los lazos del amor. Siempre volvemos al origen, porque después de andar por el mundo, la vuelta al hogar, a las raíces, constituye elmomento mágico para respirar y retomar el aliento para proseguir.

Las culpas no ayudan. Acusarnos unos con otros es la espada que divide un seno familiar y lo destruye. Olvidar sin rencores creo que es la mejor medicina para mantener la armonía. Atesoro en mi alma los abrazos de mis nietos, sus palabras de amor. Guardo en mi corazón los besos y abrazos de mi compañero de vida y de mis hijosheredados.

Hacer lo que te ama y te apasiona. He tenido la suerte de haber construido mi camino haciendo lo que siempre he amado: enseñar-aprendiendo, escribir lo que siento, escribir lo que pienso e inventar proyectos. Esta pasión que desarrollé desde niña, se convirtió en trabajo y desarrollo profesional. No acumulé dinero, pero tengo la inmensa fortuna de haber sido feliz.

Y cada abrazo de un alumno agradecido es el mejor pago que he recibido. Cada mensaje de encono o agradecimiento por mis escritos significan que tengo lectores que aman, sueñan o detestan mis escritos.

Entonces ¿Qué más puedo pedir?
Los amigos: la familia elegida. Tengo la dicha de contar con amigos del alma que constituyen la otra mitad de mi familia. Con ellos me siento acompañada.La canción-poema de Joan Manuel Serrat que transcribo a continuación lo dice todo:

Decir amigo,
es decir, juegos,
escuela, calle y niñez.
Gorriones presos
de un mismo viento
tras un olor de mujer.
Decir amigo
es decir vino,
guitarra, trago y canción
furcias y broncas.
Y en Los Tres Pinos
una novia pa’ los dos.
Decir amigo
me trae del barrio
luz de domingo
y deja en los labios
gusto a mistela
y a natillas con canela.
Decir amigo
es decir aula,
laboratorio y bedel.
Billar y cine.
Siesta en Las Ramblas
y alemanas al clavel.
[…]

Decir amigo
no se hace extraño
cuando se tiene
sed de veinte años
y pocas «pelas».
Y el alma sin media suelas.

Decir amigo
es decir lejos
y antes fue decir adiós.
Y ayer y siempre
lo tuyo nuestro
y lo mío de los dos.

Decir amigo
se me figura que
decir amigo
es decir ternura.
Dios y mi canto
saben a quien nombro tanto.

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