Claudio Caamaño Grullón, primo y compañero de Francisco Alberto, el héroe de Abril y de Caracoles, fue un hombre vertical que mantuvo posiciones firmes en defensa de la soberanía y el ordenamiento democrático, sin pasar factura por sus eminentes servicios a la patria.
Las Batallas del Puente Duarte y del Hotel Matum; la resistencia al Invasor y los mil peligros que hubo de enfrentar a lo largo de más de cincuenta años, no pudieron doblegarlo; pero finalmente lo vencieron el destino y las miserias del sistema de salud y seguridad social en que se ha convertido este país.
A los 79 años, Claudio venía de su trabajo de agricultura y en su travesía por las cercanías de Baní tuvo un accidente que le golpeó el tórax y le quebró cuatro costillas, una de las cuales le perforó un pulmón, causándole un hemotórax y un neumotórax que le generaron un sangramiento masivo.
En tales condiciones, a pesar que por ley obliga a los hospitales y clínicas a atender de inmediato las emergencias; y en su caso tratándose de un héroe nacional, tuvo que recorrer cuatro centros de salud sin que le dieran auxilio, alegando unos falta de cirujano y otros falta de camas, cuando hubiere bastado una camilla improvisada la realización de pruebas, imágenes diagnosticas y medicamentos de emergencia para estabilizarlo realmente, hasta que apareciera el especialista que pudiera controlar la lesión definitivamente.
Es una verdadera vergüenza nacional el caso de Claudio; pero esa es la historia de todos los días de nuestro maltrecho sistema de salud y seguridad social, que cobra centenares de vidas. Es una verdadera “alianza pública-privada” en contra de la población que ve cómo se deteriora todo en el país: salud, educación, energía, vivienda y producción económica. Todo baja menos los precios.
Por eso Claudio asistía puntualmente a las sesiones de la Dirección Ejecutiva del Partido Revolucionario Moderno (PRM), convencido de que a través de esa organización debía producirse el necesario cambio de régimen capaz de renovar la economía, los servicios sociales, las instituciones y las bases éticas de nuestro país.
Es hora ya de que imitemos a Claudio Caamaño, dedicando todos nuestros esfuerzos a superar esta pesadilla que endeuda al país, lo empobrece y envilece al pueblo dominicano, compra conciencias y miente sistemáticamente, para mantenerse y enriquecer a un puñado de políticos sin escrúpulos y sus asociados.
Todos los dominicanos: Campesinos, obreros, estudiantes, empresarios, profesionales y empleados públicos y privados, deben unir sus esfuerzos para superar el despotismo, la delincuencia y la explotación que padecemos.