¿¡ A dónde llevar a los enfermos!?

¿¡ A dónde llevar a los enfermos!?

Al ascender agudamente la demanda de asistencia hospitalaria a causa de la enfermedad Covid-19, el sistema nacional de salud, que incluye áreas públicas y privadas, queda obligado uniformemente a dar respuestas a las urgencias esforzándose para llegar más allá de sus posibilidades ordinarias, reinventándose con habilitación de espacios y acopio de recursos humanos y rápida adquisición de más instrumentos imprescindibles para sus cruciales desempeños aunque deban ser buscados con importaciones apresuradas. Se vive un estado de emergencia, formalmente declarado, que compromete al Gobierno y a los entes particulares de la medicina a hacer de tripas corazón.

Sería inaceptable eludir responsabilidades o demorar soluciones por carencia de voluntad y de prontas iniciativas, heroicas si se quiere.

Se acude en busca de consultas, medicamentos e internamientos a puertas que cada vez se vuelven más difíciles de franquear por saturación de establecimientos y sus servicios, más cerradas aun cuando el dinero no alcanza para sobrepasar obstáculos y a veces, a pesar de tenerlo.

Un efecto colateral de la pandemia ha sido reducir sustancialmente las opciones de atención para otras dolencias que pueden estar siendo exacerbadas por la tensión en que se vive, existiendo el riesgo de la comorbilidad que hace más mortales a los virus. Llegó la hora de sacar fuerzas de donde no hay pero solo en apariencia.

Conciliación de intereses

La sequedad del Haití deforestado debe mover a la compresión ante las urgencias por sed de un vecino difícil. Frente al avance transfronterizo en busca del agua que aquí nace, solo cabe la flexibilidad y el respeto mutuo con tal de que no se pretenda acaparar al río Masacre que en su función delimitadora de soberanías mucho resulta un bien común. Y como tal, vale cuidar su supervivencia amenazada por sobreexplotaciones. Cuando viene a ver, nos quedamos sin nada los dos.

Otras conflictividades por una cercanía gravitada por desigualdades sociales y económicas que tropiezan con un muro idiomático, cultural y de antecedentes históricos, esperan la atención de los dos Estados. La diplomacia y la ecuanimidad de gobernantes a ambos lados de la isla deben deparar armonía. ¿Dos alas de un mismo pájaro?

Publicaciones Relacionadas

Más leídas