Sí, es cierto. El cuerpo sin vida de Yanesy Rodríguez, la niñita de cuatro años, de ojos saltones y sonrisa amplia, fue hallado el miércoles, en un vertedero en Santiago. Pero, la muerte física es apenas la última de toda una cadena de violaciones de derechos y violencias que matan niñas y mujeres todos los días.
La primera muerte de Yanesy comienza unos ocho años atrás, cuando su madre, Yanery Rodríguez, siendo todavía una niña, fue abusada sexualmente por un señor que mínimo tenía 50 años y embarazó a una chica de 13. Esa otrora costumbre cultural, de «llevarse las muchachitas», ya está tipificado como violación sexual porque los menores de edad no pueden consentir relaciones sexuales.
Precisamente, esta primera muerte tiene que ver con la resistencia al cambio, a la insistencia en defender y justificar un mal llamado «matrimonio infantil», cortina de humo para los abusos sexuales y falta de oportunidades para mujeres jóvenes que, lamentablemente, ven en estas «relaciones» una puerta de salida.
La segunda muerte de Yanesy Rodríguez tiene nombre y apellido: el embarazo adolescente, su normalización y alta incidencia, siendo este el país latinoamericano con las tasas más altas, cercenando el desarrollo y avance de niñas hasta convertirse en mujeres que sí cuenten con las condiciones emocionales, físicas y materiales para convertirse en buenas madres.
La tercera muerte de Yanesy Rodríguez es el Estado reactivo, para nada preventivo, que no usa la inteligencia y la modernización para garantizar derechos. ¿Dónde estaba el sistema garante de los derechos de la niñez en la República Dominicana cuando esta niña (y otros/as tantos) corrían riesgo? ¿Por qué en los hospitales donde la madre adolescente fue embarazada no alertaron del abuso sexual al Ministerio Público? ¿Por qué personas que presuntamente cometieron abusos sexuales estaban sueltas? ¿Habrían cumplido ya su pena?
De hecho, esta última muerte de Yanesy Rodríguez es la más endémica: la marginación social que trae un conjunto de vulnerabilidades y falta y acceso a oportunidades educativas. Sí señores, la violencia física, económica, psicológica y cultural es el día a día de muchos niños y niñas dominicanas, que no acceden a una crianza positiva.
Por eso, aunque ahora la moda es levantar el dedo acusador sólo hacia la madre por mandar la niña sola al colmado, de noche,… si queremos ir más allá del morbo y profundizar, si como sociedad y como Estado queremos avanzar, veamos todas las aristas de este caso y no nos conformemos con indignarnos y estar triste por Yanesy. Accionemos y demandemos que las instituciones cumplan sus roles para que las relaciones y familias sean sanas, para que los barrios sean seguros y para que no maten ninguna niñita más.