El próximo 16 de noviembre de 2020 el actual gobierno cumplirá 90 días en el cargo. Cuando el Partido Revolucionario Moderno (PRM), la nueva-vieja organización política, aunque mi querido amigo Miguel Ceara Hatton, hoy ministro de Economía y Planificación, piense de otra manera, ganó, el país, casi completo, celebró con alegría ese triunfo.
¿Por qué digo vieja-nueva organización política? Porque si bien es cierto que el PRM es una estructura política con nuevo nombre y nuevos miembros, la mayoría de su base está conformada por la militancia del ahora casi inexistente Partido Revolucionario Dominicano (PRD); y con esta afirmación quiero decir: viejas prácticas clientelares, la visión de que el triunfo es un “asalto” al Estado, para confirmarlo solo hay que leer las declaraciones de la ahora en licencia ministra de la Juventud.
Las expectativas del pueblo para el nuevo gobierno eran muy altas. Durante los días de campaña, nos vendieron: gobierno ético, transparente y eficiente. Compramos un programa de gobierno que reestructuraría al Estado a fin de eliminar las estructuras ineficaces y sobrepobladas, que ayudaría en el mejoramiento de la economía.
Creo sinceramente que el presidente Abinader y sus más cercanos colaboradores tienen interés genuino de hacer un buen gobierno.
Como también pienso y estoy convencida, que las expectativas son mayores que la capacidad de remover un Estado obeso, omnipresente e inoperante, agravado con una militancia que espera su pequeña cuota de las mieles del poder.
Las expectativas han sido muchas y muy grandes.
Las posibilidades de responder a ellas son prácticamente imposibles. Y en medio de este panorama no muy esperanzador, se suma la pandemia del COVID19 que vive ahora una segunda ola en Europa y que no tardará en llegar al país. ¿Qué pasará con la economía? ¿Qué pasará con el turismo? ¿Podrá el turismo reponerse en el mundo? ¿Y en nuestro país? El reto que tiene el gobierno actual es muy grande.
Se han tomado buenas acciones: la anulación del despacho de la Primera Dama, así como de algunos órganos gubernamentales inoperantes; la decisión de profesionalización del servicio exterior; un Ministerio Público sea completamente independiente; haber mejorado el manejo de la pandemia; el mantenimiento de las transferencias monetarias a la población necesitada y más afectada con la recesión económica provocada por el COVID; la exigencia a los funcionarios de hacer declaraciones juradas de bienes; la rescisión de contratos de proyectos inconclusos de parte de ODEBRECHT; el apoyo a la recuperación del turismo, solo para mencionar algunos elementos.
Quiero destacar el hecho de que el presidente Abinader escucha, dialoga y rectifica. El hecho más contundente fue el anuncio de la eliminación de los impuestos establecidos al presupuesto del año 2021, luego de que la sociedad toda entera se volcara reclamando el retiro inmediato de esa pretención.
Pero yo quiero más. Yo quiero más. Yo QUIERO MÁS.
No quiero nepotismo, pero, aunque técnicamente no lo es, pero… Lo cierto es que como antes, familias completas están insertas en alguna posición estatal aquí o acullá.
No quiero clientelismo político, lo prometieron, pero continúa. ¡Dios qué difícil es eliminar ese pesado fardo de nuestra vida política!
Quiero medidas ejemplares con todo funcionario que intente sustraer dinero del erario público. No solo a los corruptos de ayer, también quiero que caigan los corruptos de hoy.
Quiero más. Sí, sí, quiero más. Quiero que la inversión que hacemos con el 4% sea más eficaz. Creo que el Ministerio de Educación está pasando por un momento difícil.
Gerenciar un sistema a educativo deficiente, con profesores mal preparados, en medio de una pandemia y con una estructura clientelar enraizada hasta el corazón mismo del sistema, es una tarea más que titánica. ¿Pero, cómo hacer para que funcione el año escolar a distancia con todas estas deficiencias? La respuesta a esa gran pregunta tiene muchas vertientes. ¿Cómo pensar en la calidad con esta realidad? ¿Cómo mejorar en las pruebas PISA?
Quiero más, evidentemente que sí. Quiero mejor servicio de salud. Quiero que los médicos trabajen en los hospitales el tiempo que se les paga, NO EL QUE ELLOS PIENSAN. Quiero que los pobres tengan hospitales fiables y que dejen de ser antros de la ambición y el poder de algunos galenos, a quienes no les importan los pacientes, sino sus burdos intereses.
Ay sí, quiero más. Me prometieron muchas cosas. Vayamos ahora al Congreso de la República, dominado hoy por el partido en el gobierno.
Durante la campaña nos prometieron el abandono de las “viejas prácticas”, porque querían hacer un verdadero poder legislativo, tal y como lo establece la Constitución de la República: legislar, fiscalizar en nombre del pueblo y servir de contrapeso al Ejecutivo.
El premio por haber sido electos, es muy gratificante.
Los miembros de la Cámara Alta, o sea el Senado de la República, ganan un salario base de RD$320,000, lo cual está muy bien. Pero además tienen: RD$50,000 de gastos de representación; RD$25,000 de viáticos, RD$25,000 de dietas, y RD$3,500 por cada sesión a la que asistan.
Y como complemento tienen derecho a 2 exoneraciones de impuestos para vehículos. Los diputados, reciben un sueldo RD$175,474.65; además de gastos de representación por RD$35,094.93; RD$45,000.00 de dieta, y para completar el beneficio de dos exoneraciones de impuestos para vehículos.
A este dinerito ganado, cuentan también con el llamado Fondo de Gestión Social de senadores y diputados”, conocido por todos como “el barrilito”, para asistencia social. Una manera eufemística de decir política clientelar. ¿Saben qué? Después de asumir el cargo se olvidaron de las promesas.
Solo 5 legisladores renunciaron. Los primeros fueron los dos diputados del Partido Alianza País: José Horacio Rodríguez y Pedro Martínez. Del partido Dominicanos por el Cambio, el senador y presidente del Senado, Eduardo Estrella. Del PRM, Antonio Taveras Guzmán, senador en la provincia de Santo Domingo renunció casi de inmediato.
Y, después de un largo y sonado reclamo, Faride Raful. ¿El resto? Muy bien gracias. Quiero más, pero no es para mí. Quiero un mañana mejor para este país nuestro, maltratado y herido.