La República Dominicana ha sido una entidad política vacilante, que “repite”, periódicamente, los mismos personajes políticos: Santana, Báez, Lilís, Trujillo. La vocación democrática no es una nota permanente en nuestra sociedad. Es cierto que todos estos dictadores tienen detractores en la época que vivimos; pero son muchos más los dominicanos que admiran a cada uno de esos autócratas. Un libro del periodista Rafael Molina Morillo está dedicado a la figura de Santana, primer Presidente de la República Dominicana. “Gloria y Repudio” es el título escogido por Molina Morillo para calificar a Pedro Santana. Aplaude las batallas ganadas contra las tropas haitianas; pero rechaza su iniciativa de 1861 para anexar el país a España.
Los restos de Santana están en el Panteón de la Patria, en compañía de los principales próceres de las luchas por la restauración de la República creada en 1844. Alrededor de su personalidad discuten acaloradamente los historiadores dominicanos. He oído decir que en Elías Piña es necesario erigir una estatua colosal de Santana, montado sobre un caballo, “con la finalidad de asustar a los haitianos” .También he escuchado que la anexión a España fue una “inteligente previsión de carácter geopolítico”. Santana nació en Hincha, un poblado que hoy pertenece a Haití; se trasladó al Seíbo a vivir de sus hatos. De Hincha al Seíbo es como si dijéramos: “se mudó a las antípodas”.
De Lilís se ha dicho que era el hombre más inteligente de las Antillas, como puede verse a través de las anécdotas difundidas por sus enemigos y, especialmente, leyendo el “Código telegráfico”, un manual de “procedimientos políticos” que parece escrito entre Maquiavelo y Sun Tzu. Con Buenaventura Báez sucede lo mismo; se le llamaba a ocupar “el solio presidencial, mientras vagaba por playas extranjeras”, según reza en el célebre discurso de Meriño.
Las caídas sufridas por el pueblo dominicano son más que las de Cristo en su marcha hacía el Calvario. La “dominación haitiana” 1822-1844; la anexión a España 1861; la guerra “restauradora de la república” culmina en 1865. En 1916, la ocupación militar norteamericana representa la caída llamada “el derrumbe”. De ahí surge el generalísimo Trujillo, tal vez el más admirado de los cuatro dictadores. ¿Nos espera una nueva caída?