El apresamiento en La Romana de un integrante de la banda 400 Mawozo, quien fue posteriormente deportado y entregado a las autoridades del vecino Haití, confirma el temor, que algunos vienen expresando desde hace algún tiempo, de que la porosa frontera que nos divide no sea obstáculo para que eventualmente crucen hacia la República Dominicana miembros de esa o de cualquier otra de las más de 70 bandas armadas que operan en territorio haitiano, responsables del caos y el terror que gobiernan de aquel lado de la isla.
Aunque su apresamiento en la Autovía del Este cuando se desplazaba en un automóvil, en el que le ocuparon cuatro pasaportes a nombre de otras personas y 2,500 dólares, es un indicador de que las autoridades dominicanas se mantienen atentas y en comunicación con sus pares haitianas, también provoca inquietud y preocupación, pero sobre todo deja en el aire una serie de interrogantes que ojalá alguna autoridad se anime a responder para nuestra tranquilidad.
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¿Qué buscaba Lerby Belus en territorio dominicano? ¿Con quienes se reunió y para qué? ¿Es esta su primera “visita” al país o viene con frecuencia? No son preguntas ociosas cuando se recuerda que el exembajador de Haití en República Dominicana, Paul Arcelin, declaró hace unos meses a medios locales que dirigentes de esas bandas han viajado secretamente al país, donde viven sus esposas, y hasta han comprado residencias y apartamentos.
También resulta oportuno recordar que esas bandas fueron armadas y patrocinadas por políticos haitianos en el gobierno y miembros de su élite empresarial, muchos de los cuales residen aquí, donde tienen inversiones y socios dominicanos. Por supuesto, todo eso lo saben, o deberían saberlo, nuestros organismos de seguridad, que uno espera mantengan los ojos bien abiertos para evitar que República Dominicana se convierta en refugio o base de operaciones de los jefes de bandas y sus aliados.