No llaméis conspiración a todas las cosas que este pueblo llama conspiración, ni temáis lo que ellos temen, ni tengáis miedo. 13 A Jehová de los ejércitos, a él santificad; sea él vuestro temor, y él sea vuestro miedo. Isaias 8:11-13.
Uno de mis hijos me escribe desde Nueva York para que ore por la avenida Times Square, porque en las noticias de esa ciudad se habla continuamente de un posible atentado terrorista por parte de un grupo islámico; aparentemente hay un gran temor de que ocurra otro hecho criminal como el que ocurrió hace poco en el centro de París, que dejó a cientos entre heridos y muertos.
Y al arrodillarme a orar, como él me lo pidió, el Espíritu de Dios puso en mi espíritu que no llame conspiración a todas las cosas que la gente llama conspiración, ni tenga miedo a todo lo que la gente teme. Que solo hay uno a quien debemos tener temor, de respeto, de reverencia, y hasta miedo, si se quiere, y ese llama Dios. Sea Jehová, el Dios Padre, el Hijo, Jesucristo o el Espíritu Santo. Dios, uno es. Y por qué debemos tener miedo solo a Dios, no a ningún grupo terrorista, no a más nadie? Porque solo Dios es el único que puede destruir el cuerpo y el alma en el infierno. (Mateo 10:28). Solo Dios puede llevar nuestro espíritu al cielo, si confiamos en él, o permitir que la muerte se enseñoreé de alguien, de una persona, de un pueblo, de una calle, de una ciudad o de una nación, cuando se rechaza la salvación. Aunque el cuerpo puede morir, pero si hay fe en Jesús, vivirá en el cielo. Dios mismo no quiere que nadie perezca, (que nadie vaya al infierno), sino que todos vengan al arrepentimiento. (2 Pedro 3:9). Dios permitió que Rahab, una ramera o prostituta de hoy día, fuera rescatada de su casa, junto a su familia, antes del pueblo de Jericó ser destruido por sus pecados y su maldad. Josué 6:25, Hebreos 11:31. Ella le creyó a Dios, y fue salva. De igual modo, mientras en muchas de las calles de Nueva York o de París se llenan de temor, de odio o de venganza, porque no tienen a Dios en su corazón, hay paz en las calles de Tel Aviv o Jerusalén, aun en medio de las amenazas y de las tantas conspiraciones. Porque Israel ha puesto su confianza en Dios. Y el que pone su fe y su confianza en Dios, recibe paz, no miedo, temor ni terror. Que nuestro miedo sea a Dios, y a el sea nuestro temor, no a nadie mas. Solo Dios puede llevar nuestro espíritu al cielo si le obedecemos o permitir al ángel de la muerte lo lleve al infierno, si rechazamos su salvación.