Cuando Donald Trump despidió la semana pasada a su jefe de campaña Corey Lewandowski, y darse cuenta que la opinión pública había detectado que sólo cuenta con un poco más de un millón de dólares en su cuenta de banco para sustentar la campaña, Trump trató de desviar la atención pública y se trasladó para Escocia (Reino Unido) para atender un negocio personal de un campo de golf. Sucede y viene al caso que dicho viaje coincidió con el referéndum sobre la permanencia o no del Reino Unido dentro de la Unión Europea (UE), lo que se conoce como Brexit.
Trump eufórico – sin ningún tipo de reflexión – declaró que la decisión que optaron los países del Reino Unido (Inglaterra, Escocia, Gales e Irlanda del Norte) era la correcta. No importa que 24 horas después los inversionistas perdieran más de dos trillones de dólares en todas las bolsas del mundo y que se ha desatado una crisis mundial de difícil predicción y consecuencias.
En las primeras sesenta horas de aprobarse el referéndum para salirse de la Unión Europea, el primer ministro David Cameron renunció, la libra esterlina se desplomó estrepitosamente, las decisiones de inversiones se han suspendido, el Dow Jones cayó casi mil puntos, Escocia e Irlanda del Norte amenazan que quieren salirse del Reino Unido y contemplan llamar a un nuevo referéndum sobre sus respectivas independencias. Bajo ese escenario, Donald Trump respaldó la salida del Reino Unido. Cuando regresó el domingo pasado a los EEUU, se encontró con el notición que la última encuesta del Washington Post-ABC News determinó que “dos de cada tres votantes registrados para ejercer sus derechos en las elecciones próximas de noviembre, desaprueban a Trump y encuentran que es una persona que recrimina y no está calificado para ser Presidente de la nación”.
Durante el pasado mes, él mismo se ha infligido controversias que han producido que su popularidad se desplome. A nivel nacional, Hillary ya le saca más de dos dígitos (51%-39%). Parece ser que las elecciones de noviembre serán un referéndum sobre su persona, en vez de ser que una contienda electoral.
Pero donde Trump está en capilla ardiente, es cuando se mide la percepción del votante, o sea, ¿Quién usted cree que va a ganar las elecciones? En esa medición, Hillary le lleva 20 puntos (57%-37%). Se ha comprobado científicamente que si esa diferencia es abismal, – como es este caso – gran parte de los seguidores de la marca Trump no se animarán a votar.