Brasilia. Brasil tiene una cita con las urnas dentro de un mes y el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva sigue sólido en las encuestas, pero el actual presidente, Jair Bolsonaro, conserva ases bajo la manga que pueden forzar una segunda vuelta.
Con el electorado polarizado entre el candidato progresista que pretende volver al poder y el líder de la ultraderecha que intenta retenerlo, la campaña llega a sus últimos 30 días, pero con la clara posibilidad de que, en la primera vuelta del 2 de octubre, ninguno de ellos obtenga más del 50 % de los votos y liquide así la disputa.
Hasta hace dos semanas, la mayoría de las encuestas apuntaba a un posible triunfo de Lula en la primera vuelta, pero ese escenario ha cambiado y ahora todos los sondeos señalan que será necesaria una segunda, que sería realizada el domingo 30 de octubre.
El instituto Datafolha, una respetada firma demoscópica del país, hasta ahora barajaba una posible victoria de Lula en primera vuelta, pero su última encuesta, divulgada este jueves, ya no lo contempla.
Según este sondeo, Lula tiene una intención de voto del 45 % y ha perdido dos puntos porcentuales en el último mes, mientras que el apoyo a Bolsonaro se ha mantenido estable en un 32 %.
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De acuerdo a Datafolha, Lula subiría hasta el 53 % en tanto que Bolsonaro llegaría al 38 % en la posible segunda vuelta, que para el líder de la ultraderecha supondría cuatro semanas más para intentar socavar la imagen del expresidente, a quien insiste en asociar a la corrupción y al “comunismo».
Por detrás de Lula y Bolsonaro, siguen una decena de candidatos de diversas tendencias, entre los que despunta el laborista Ciro Gomes, tercero con un 9 % y quien mantiene una agresiva campaña contra los dos favoritos.
Aunque Gomes ya ha adelantado que en una eventual segunda vuelta entre Bolsonaro y Lula se abstendría de apoyar a uno u otro, todas las encuestas sugieren que la mayoría de sus electores se volcaría en favor del candidato progresista el 30 de octubre.
Las cartas que Bolsonaro aún no usa
Durante los últimos días, el capitán de la reserva del Ejército ha tenido algunas buenas noticias en el área económica que, si bien no las ha capitalizado todavía en el terreno electoral, pudieran tener reflejos en las próximas encuestas.
Esta semana, el Gobierno informó que la economía del país ha crecido un 1,2 % en el segundo trimestre del año y acumula una expansión del 2,5 % en los primeros seis meses de 2022.
Otro informe oficial registró que el desempleo, que estaba en un 13 % hace un año, ha caído ahora al 9,3 %, en tanto que la inflación empieza a ceder, aunque sigue en un 10 %.
Pero a pesar de esos optimistas indicadores, Bolsonaro insiste en su discurso en la “agenda de valores tradicionales” que defiende la ultraderecha, que no parecen funcionar hoy como en las elecciones de 2018, que lo llevaron al poder, y que volvió a remarcar este viernes durante una visita una feria agropecuaria en el sur del país.
“Queremos paz y progreso”, “seguridad alimentaria y divisas para Brasil”, y darle a los productores agrícolas “independencia para trabajar con seguridad”, dijo Bolsonaro ante cientos de personas, que le aclamaron cuando citó unas nuevas normas que han permitido a los hacendados circular armados por todas sus tierras.
“El porte de armas en las haciendas es una realidad y con orgullo puedo decir que los clubes de tiro se han duplicado en el país, pues las armas de fuego la dan seguridad a las familias”, que son “lo más importante en una sociedad”, declaró el mandatario, para agregar que “Dios está siempre con los ciudadanos de bien».
También aseguró que “las armas dan la certeza de que esta patria jamás será esclavizada” y afirmó que “el pueblo altivo” no “puede aceptar que ciertas personas que dieron un pésimo ejemplo al país osen hablar de volver a dirigir esta nación”, en una clara alusión a los escándalos de corrupción ocurridos mientras Lula estuvo en el Gobierno, entre 2003 y 2010.