La cotidianidad que se percibe a través de los medios y las redes está indicando que aquí no se hacen pausas prácticamente en nada, especialmente en lo político. Está sucediendo, como decíamos antes en pelota, que en carreras largas no se pisa bases. Y lo digo porque, a pesar de que el 16 de agosto pasado terminó un gobierno y comenzó otro, solo han pasado apenas 3 semanas y nadie al parecer ha hecho pausas. Han continuado el mismo ritmo de los tiempos de campaña. Ya no se respetan los famosos primeros 100 días de gobierno, ni siquiera de parte de los dirigentes del propio partido ganador.
Terminaron las elecciones y al otro día continuó como si nada hubiese pasado. Ya muchos están en campaña. Lo que no es malo, porque demuestra que vivimos en un país en cual los procesos electorales son normales y en el que la vida debe continuar. Pero, caramba, teniendo en cuenta que hay momentos de reposo o reflexión. Tiempos de pausas o disminución de la velocidad porque no hay cuerpo que aguante un ajetreo constante y a la misma velocidad.
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Se sabe que algunos expertos recomiendan a los partidos o dirigentes, especialmente de la oposición, la continuación de las actividades luego de la culminación de los procesos electorales, sobre todo, si no les fueron muy favorables. Para crear la imagen de presencia y de alguna manera buscar borrar de la mente de la ciudadanía los resultados, procurando al mismo tiempo y toda costa, influenciar en las filas de los mismos que contribuyeron al triunfo del partido ganador.
Pero, aunque esas recomendaciones se hacen a los dirigentes o partidos de oposición, no deja de llamar la atención el hecho de que por igual dentro de las filas de algunos sectores que forman parte del movimiento ganador e incluso del partido ganador, en este caso el PRM, pocos han hecho pausas. Continúan sin darse cuenta de que el pasado 16 de agosto se inició un nuevo gobierno. Y que la tradición, por no llamarlo regla, ha establecido otorgar los famosos 100 días para que el gobierno tenga un respiro justo y necesario.
Porque no son pocas las fuerzas y energías que se consumen en los procesos electorales. Son muchas. Es por esa razón que de forma inteligente y lógica, la mayoría, incluso de los mismos políticos han establecido otorgarle una especie de dispensa al gobierno que se inicia. Para que en ese espacio de tiempo recomponga sus propios asuntos. Tanto en lo referente a la economía y tren administrativo, como a la composición de su aparato de dirección en todo el país.
Y esa, aunque algunos no lo quieran entender, no es una tarea fácil. No lo es, porque al mismo tiempo que hay que continuar con las tareas cotidianas, se deben enfrentar los nuevos retos o compromisos. Los partidos y dirigentes que han estado en el gobierno y tienen experiencia, aunque quieran decir lo contrario, lo saben. Pero también y con mucha más razón deben saberlo o entenderlo los propios partidarios o aliados del gobierno. Comprender que apenas han pasado tres semanas del inicio del nuevo gobierno y es prudente hacer pausas o disminuir la velocidad.