El candidato presidencial del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) debe pensarlo. Su posicionamiento ante el electorado nacional no se encuentra en la mejor de las perspectivas como para la continuación de un proyecto, el cual desde nuestro punto de vista politológico, luce estancado.
El tímido apoyo por parte de sus compañeros del Comité Político de su partido en las múltiples actividades, las cuales se han estado llevado a cabo en las diversas ciudades del país, es una muestra del rezago, de una alta dirigencia política que en procesos anteriores lucía fogosa y dispuesta a dar el todo por el todo con tal de que sus candidatos logren la victoria. Ahora no es así.
Abel luce solitario. Ni siquiera de manera militante se observa al expresidente y líder de la organización, licenciado Danilo Medina, apoyar al candidato de su partido, lo que llena de cierta suspicacias a quienes desde una óptica un tanto objetiva venimos observando el escenario político electoral.
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Si a lo ante dicho les sumamos los diversos tipos de operaciones, tanto la Pulpo como Calamar, más la declarada enfermedad y apatía del líder de la organización y expresidente Medina, nos daríamos cuenta, que el candidato y su proyecto, no les presentan a su partido y al país, un proyecto político con reales posibilidades de triunfo, una situación verdaderamente lamentable para los peledeistas, pues, repito, esa candidatura no termina de prender.
Abel es un hombre que ha logrado un orden nunca visto en la ciudad de Santiago de los Caballeros, a través de la alcaldía que preside. Sin embargo, el chorro de renuncias de importantes figuras que por diversas razones dicen no encontrarse a gusto con el futuro inmediato de la hoy entidad opositora, es algo que se debe estudiar lejos de las pasiones personales.
Con un discurso sabio, elegante, y sobre todo, cargado con lo que el pueblo dominicano demanda con relación al tema más importante para nuestra supervivencia como nación soberana, como es el del nacionalismo, sin embargo, la falta de un apoyo real por parte de la cúpula de su partido, más las migraciones y el transfuguismo de peledeistas históricos hacia otras parcelas, les dan una connotación de lejanía del poder a este buen candidato, el cual no merece esta suerte.