El presidente Luis Abinader acudió ayer por segunda vez al Congreso Nacional a presentar las memorias de su administración.

Puntual, a las 10:00 de la mañana, se abrió la puerta del vehículo que -fuertemente custodiado- lo llevó a la sede legislativa para dirigirse al país, en presencia de la Asamblea Nacional, integrada por los senadores y los diputados.

Mientras un grupo de gente perfectamente organizada y con armónicos carteles en manos, lo esperaba en la explanada frontal del Congreso y en cuanto lo vieron asomarse, le vociferaban “cuatro años más por necesidad”. Así transcurría la bienvenida al mandatario, a la vicepresidenta Raquel Peña y a la comitiva del Poder Ejecutivo, recibida con 21 salvas de cañón, como se estila saludar al Presidente de la República Dominicana; haciéndose tronar tres veces consecutivas las siete salvas.

Todo el entorno del Centro de los Héroes fue decorado con la bandera nacional y despejadas las calles, que celosamente eran cuidadas por un contingente militar y policial.

Abinader inició su discurso a las 10:30 de la mañana y hasta las 12:19, cuando el presidente del Senado, Eduardo Estrella, cerró la sesión conjunta.

Repetidos aplausos colmaron el salón y Abinader lucía seguro y vigoroso. En tanto su esposa, Raquel Arbaje, embargada de una evidente emoción, secaba sus lágrimas.

En en otro escenario luchaba el diputado reformista Pedro Botello, al encabezar desde la avenida 27 de Febrero la protesta hacia el Congreso para exigir la aprobación de la ley que entregue a los trabajadores el 30% de sus ahorros en las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP).

Fue obligado a retroceder con bombas lacrimógenas.

Dijo que su esposa, Yéssica Cáceres, fue afectada por el humo.

Luis Abinader como autoridad suprema de las Fuerzas Armadas y la Policía Nacional, fue recibido con los honores militares de estilo, al compás de las notas del Himno Nacional interpretado por la banda de música del Ejército.