El presidente Luis Abinader ha enzarzado a la nación sobre una ola de reformas políticas inmediatas que despiertan la suspicaz ojeriza de la oposición, levantan justificadas controversias mediáticas en la opinión pública y cuyo destino final resulta fácil pronosticar en virtud del decisivo predominio oficialista en el Congreso Nacional: serán aprobadas.
De entrada, ya el Senado de la República declaró de urgencia y aprobó en dos lecturas consecutivas la propuesta de cinco puntos para la reforma de la Constitución, en camino se encuentra el plan de reestructuración, reorganización y fusión de entidades del gobierno para reducir el gasto público, mientras en el horizonte asoma la presentación dentro de poco tiempo del plan de reforma tributaria y fiscal, fuente de incertidumbre entre los sectores productivos y la sociedad en general.
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En lo que no hay duda alguna es en la determinación del presidente Abinader a dejar su impronta personal marcada en una nueva Constitución de la República 2025, que superará la reforma del 2010 de Leonel Fernández y la corregida el 2015 por Danilo Medina; la de Abinader presentará modificaciones en por lo menos nueve artículos del texto legal (81, 166, 167, 171, 178, 179, 209, 268 y 274), traerá una nueva disposición general y siete transitorios, sin contar las transformaciones que pudieran surgir del proceso de fusiones, supresión y reestructuración de organismos públicos, como la integración de los ministerios de Educación y el Mescyt, o Aduanas y la Dirección General de Impuestos Internos (DGII), cuyas leyes orgánicas se verán afectadas, lo mismo que el gabinete ministerial.
Tampoco hay dudas de que la oposición no cooperará ni siquiera en forma mínima con la ola reformadora impulsada por el presidente Abinader, -carecen de fuerza para boicotearla- un punto de quiebre que se evidenció en la sesión senatorial del jueves en la cual los senadores de la Fuerza del Pueblo, Félix Bautista y Eduardo Espiritusanto, votaron en contra. Omar Fernández, del Distrito Nacional, se excusó por alegadas razones de salud. Se espera que la Cámara de Diputados, controlada también por el Partido Revolucionario Moderno (PRM), aprobará las propuestas, aunque con un grado mayor de dificultad, pues la oposición cuenta con una mayor representación.
Abinader ha montado al país sobre una ola reformadora, dirigida principalmente a impedir que futuras modificaciones versen sobre las reglas de elección del gobernante, mediante el establecimiento de “un sistema de candados y nuevas normas generales”, dice el informe final de la comisión bicameral que estudió las propuestas.
Asimismo, revisará la composición del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM), unificará las elecciones, fortalecerá la autonomía del Ministerio Público y la reducción de la cantidad de diputaciones.
Será la reforma número 40 de la Constitución dominicana.