En 2008, a raíz de la publicación de mi libro “Sangre en el Barrio del Jefe” el honorable presidente de la Cámara de Diputados, licenciado Julio César Valentín, me habló de su deseo de realizar un simposio con motivo de la conmemoración del 47 aniversario del suceso heroico del 30 de mayo de 1961.
Luego me hizo llegar una carta invitándome a exponer en el simposio organizado alrededor del sugestivo tema: “La Dictadura de Trujillo, Una Mirada desde la Democracia”. En su carta, el licenciado Valentín especificaba que los panelistas expondríamos libremente nuestros puntos de vista en el salón de sesiones de la Asamblea Nacional.
Le acepté su cordial invitación y en el panel celebrado el 30 de mayo del 2008 empecé destacando la fecha del 19 de noviembre de 1911, cuando en Moca fue asesinado el presidente Ramón (Mon) Cáceres Vásquez. Vale recordar que doce años antes Mon Cáceres formó parte del complot que le quitó la vida a Ulises Hereaux (Lilís).
Cincuenta años después de la muerte de Mon Cáceres, el 19 de noviembre de 1961, un movimiento de civiles y militares logró ponerle fin al control de las Fuerzas Armadas Dominicanas que ejercía Rafael Leónidas Trujillo hijo, tras la muerte de su padre el 30 de mayo de aquel mismo año.
Por la importancia que la mente humana le da a ciertas cifras cuando hace el recuento del tiempo, en el año 2011 en la República Dominicana se recordaron esas dos fechas con mucha atención.
Los acontecimientos que se produjeron antes y después del 1911 y 1961 están concatenados. Andan vinculados en una relación de causa y efecto, de orígenes y consecuencias, de importantes procesos sociales e históricos del pueblo dominicano.
La muerte de Cáceres nos condujo a una etapa de guerra civil y cambios de Gobierno que favoreció la ocupación militar norteamericana de 1916.
A la eliminación física de Rafael Leónidas Trujillo Molina el 30 de mayo de 1961 siguió una etapa de luchas por las libertades democráticas. Pero fue solo durante el Gobierno Constitucional de Juan Bosch que el pueblo dominicano disfrutó de plena libertad. Bosch fue derrocado por el golpe de Estado de 1963. Ese golpe tuvo como respuesta la Gesta de la Libertad iniciada el 24 de abril de 1965, punto de partida o acontecimiento más importante protagonizado por el pueblo dominicano en el Siglo XX, en una jornada popular y militar mediatizada por la usurpación del suelo patrio por las Fuerzas Armadas Norteamericanas durante los años 1965 y 1966.
El proceso que siguió tras la ocupación norteamericana de 1916 a 1924 nos llevó primero al gobierno de seis años de Horacio Vásquez y luego a la dictadura que por 31 años encabezó Trujillo. La reorganización y modernización del Estado durante este período produjo la reestructuración de su aparato militar, que adquirió un poderío capaz de aplastar cualquier amenaza o desafío armado proveniente del interior de su territorio o de playas extranjeras. Con Trujillo terminó la era de las revueltas macheteras y su aparato represivo fue capaz de arrodillar o destruir de manera inmisericordiosa las expediciones que llegaron de distintos puntos de la región caribeña.
Un desenlace de ese tipo fue el que desgraciadamente les tocó a los expedicionarios que llegaron en la segunda mitad del mes de junio de 1959 desde Cuba. Sin embargo, sembraron la simiente de la libertad. Alentaron la toma de conciencia. Encendieron la llama de la lucha por la justicia social. Trazaron un camino para los jóvenes idealistas dominicanos que en los comienzos del decenio de los años 60 protagonizaron las jornadas de lucha por la democracia política en suelo quisqueyano.
La gesta de 1959 fue el primer desafío bélico consistente, realizado con un efecto fallido para los jóvenes revolucionarios antitrujillistas, desde que se modernizó el aparato militar del Estado dominicano tras las guerras civiles que siguieron a la muerte del presidente Cáceres. La dictadura de Trujillo fue capaz de derrotar esa amenaza y todos los intentos anteriores y posteriores que se hicieron para derrocarla mediante acciones internas.
Sin embargo, el desgaste que se da en el tiempo que acumulan los procesos sociales y la coyuntura internacional favorecieron el derrumbe de la dictadura dos años después de la gesta de 1959. En 1961, cuando Trujillo cae físicamente acribillado a tiros por los héroes del 30 de mayo entraron también en juego los factores individuales o personales que le pusieron fin a su vida.
Debemos subrayar aquí las características del grupo que se aglutinó para eliminar físicamente a Trujillo, especialmente la decisión y el coraje del personaje clave del grupo de acción en la conjura: Antonio De la Maza, y las motivaciones que le indujeron a decidirse a matarlo.
A quien desee entender el destino mortal y físico de Trujillo le sugiero mi libro “Sangre en el Barrio del Jefe”. Al que esté interesado en conocer la geopolítica del derrocamiento del régimen trujillista, le recomendaría mi otro libro: “Tumbaron al Jefe”. Quien busque profundizar en los orígenes, desarrollo y sentido de la dictadura le sugiero la excelente obra del doctor Euclides Gutiérrez Félix, “Trujillo, Monarca sin Corona”. Si alguien, además, quiere conocer la historia que siguió inmediatamente después del 30 de mayo de 1961 hasta el 1966, le recomiendo mi libro “Golpe y Revolución”, que trata sobre el derrocamiento de Juan Bosch y la intervención norteamericana.
El simposio celebrado en el Salón de la Asamblea Nacional fue motivo para entregarle al licenciado Valentín copia de cuatro documentos que hasta este momento eran desconocidos públicamente. Se trata de los interrogatorios practicados por la rama de inteligencia de la Aviación Militar Dominicana (que actualmente se conoce como Fuerza Aérea de República Dominicana) a Zacarías de la Cruz -chofer de Trujillo; a Huáscar Tejeda, Salvador Estrella Sadhalá y Roberto Pastoriza con relación a los hechos del 30 de mayo de 1961. Presumo que estas piezas –las cuales tienen fecha del día 6 del mes de septiembre de 1961 y son distintas a las incluidas en el expediente preparado mucho tiempo antes por el fiscal Teodoro Tejada y el juez de instrucción Wilfredo Mejía Alvarado-, habrían formado parte de la investigación especial que se supone quiso realizar Ramfis Trujillo sobre la ejecución de su padre.
Los documentos que entregué, para que conste ante la historia, son los interrogatorios practicados el 6 de septiembre de 1961 por la oficina de inteligencia de la Aviación Militar Dominicana a las siguientes personas:
– Zacarías de la Cruz, chofer de Trujillo.
– Salvador Estrella Sadhalá, atacante de Trujillo.
– Huáscar Tejeda Pimentel, atacante de Trujillo.
– Roberto Pastoriza Neret, atacante de Trujillo.
Cada vez que descubro nuevos testimonios sobre el 30 de mayo de 1961, incluyendo los documentos citados, me reafirmo en la convicción -que sostiene originalmente el profesor Emilio Cordero Michel-, de que Antonio De la Maza fue el alma y el motor de ese acto heroico. No patriótico, pero heroico, pues un acto patriótico es el que se realiza para defender las esencias de la nación, incluyendo su territorio, cuando es amenazado por fuerzas invasoras extranjeras.
Entiendo y sostengo que el heroico 30 de mayo no es el Día de la Libertad, sino el de la eliminación física del dictador, como lo fue el ajusticiamiento de Lilís el 26 de julio de 1899.
El 19 de noviembre de 1961, cuando la familia de Trujillo pierde el control del poder, comienzan a sentirse vientos de libertad. Durante el corto período de transición que encabezó el presidente Joaquín Balaguer no hubo plenas libertades. Durante el Consejo de Estado presidido por el licenciado Rafael Bonnelly durante el año 1962 hubo represión, deportaciones y dominicanos exilados, además de la matanza de Palma Sola ocurrida en diciembre de 1962.
Es a partir del 27 de febrero de 1963, con el Gobierno del profesor Juan Bosch, cuando por primera vez en su historia moderna el pueblo dominicano descubre que todos los días son de libertad plena y de respeto a los derechos humanos en forma casi absoluta. Por primera vez la historia dominicana contemporánea registró la vigencia del Estado de derecho a plenitud. El 25 de septiembre de aquel mismo año ese proceso se interrumpió con el golpe de Estado, pero el 24 de Abril de 1965 se inició la Gesta para restablecer el ejercicio de la Libertad. Sin ese esfuerzo, sin la sangre y el sacrificio de miles de dominicanos que ofrendaron entonces sus vidas hoy no disfrutaríamos del sistema democrático y representativo que nos permitió reunirnos en el Salón de la Asamblea Nacional. Fueron los hechos y acuerdos que surgieron de la Gesta de Abril las que dieron fundamento al Estado de derecho de que hoy disfrutamos.
Ni yo ni nadie puede regatearle el carácter heroico al 30 de mayo, pero de ese acontecimiento se derivaron circunstancias inmediatas que frustraron los anhelos libertarios y patrióticos del pueblo dominicanos debido a las distorsiones impuestas por personeros que manipularon el suceso histórico en su favor particular.
La gesta del 24 de Abril de 1965 es el verdadero símbolo nacional de libertad del pueblo dominicano. Es como la toma de la Bastilla, el 14 de julio de 1789, para el pueblo francés. Es el suceso cardinal de la historia vivida y conocida por los dominicanos que nacimos antes y después del 30 de mayo de 1961.
Con el 24 de abril comienza a reafirmarse el deseo libertario del pueblo dominicano, extendido a hecho patriótico cuando a partir del 28 de abril de 1965 comienza la Guerra Patria contra el invasor extranjero. No debemos olvidar el hecho de que los oficiales y guardias constitucionalistas tenían una conciencia patriótica y democrática en 1965 pese a haber sido formados en las entrañas de la dictadura trujillista.
Este es un tema que debiera de ser abordado por historiadores honestos que tanta falta hicieron durante los últimos cincuenta años.
Roma, 12 de febrero 2015.