La colonización de América encontró desde sus inicios la rigidez religiosa y cultural de los españoles, siendo la alimentación un elemento fundamental que provocó serios conflictos.
La carne, un alimento importante en nuestra dieta actual, que lo fue también en la época colonial, sobre todo por la abundancia de la carne de res, ya que dichos animales se sacrificaban con el propósito principal de disponer de la piel para su exportación, actividad muy lucrativa y que por las restricciones que impuso España, se realizaba de contrabando en toda la zona Norte de la isla provocando un intercambio comercial con países de fe luterana, evidenciado por la cantidad de biblias protestantes encontradas en la misma, hecho que devino en la despoblación de toda la región Noroeste de la isla, conocido como las devastaciones de Osorio.
En una investigación de genealogía que estoy realizando en los archivos eclesiásticos de Nuevo León, México, encontré, entre otros documentos, un edicto de 1754 del Obispo de Guadalajara, Nuevo Reino de la Galicia y de León, provincias de Nayarit, Coahuila, Californias y Texas, del Consejo de su Majestad Real, por cuyo documento, el prelado le dice a los fieles que“…hacemos saber que movidos por el Católico y Religioso Animo del Rey, nuestro señor (que Dios salve) de las dudas y molestos escrúpulos que en la observancia introducida por costumbre antigua en los reinos de Castilla y León en estos de las Indias, de comer en los días sábado las partes extremas de los animales como son pico, alones, cuellos y los intestinos, frecuentemente se suscitaban, por el motivo de no ser fácil separar y discernir las expresadas partes extremas de las demás del cuerpo de los referidos animales…”,
En el referido documento se plantea que teniendo en cuenta la dificultad que existía de suministrar carne a toda la población y por lo tanto provocaba que fieles “ya escrupulosos o ya pocos observantes de la enunciada costumbre, comían indiscriminadamente de todas las carnes, en grave daño de sus conciencias”, hizo que el Rey suplicara “a Su Santidad se dignase permitir y conceder que en los reinos expresados en que estaba introducida dicha costumbre, se pudiere comer, no solo las expresadas partes extremas de los animales, sino hacer comida de las carnes de todo el cuerpo en los días del sábado así como en los otros días de la semana”, quien otorgó la “facultad para que en los días sencillos de sábado, y no de cuaresma, se pudieren comer todas carnes sin diferencia alguna, por cuanto de este modo se atendía a la humana flaqueza y fragilidad, los fieles se libertaban de ansiedad y escrúpulos, y últimamente se cerraba la puerta a muchos escándalos”.
En consecuencia el día veinte y tres de enero del mil setecientos cuarenta y cinco, Su Santidad dispuso que se “permita y conceda que en los reinos de Castilla y León y las Indias, en los días sábados (que no sea de cuaresma ni ayuno de precepto) puedan los fieles comer indistintamente cualquier parte del cuerpo de los animales.”
El edicto de referencia fue publicado “en nuestro Palacio Episcopal de Guadalajara (México) el diez y ocho del mes de enero de 1746. Firmado de nuestro nombre y mano, sellado con nuestro sello y refrendado por nuestro infrascrito secretario de cámara y gobierno – Juan Obispo de Guadalajara – por mandato de su Santidad Ilustrísima el obispo de mi señor, Manuel Rico, secretario”.
Explorando el origen de dicha costumbre en el cristianismo, teniendo en cuenta que Jesús era judío, es bueno mencionar las restricciones y prohibiciones de comer carne que encontramos en la tradición judía, específicamente en el Deuteronomio 14.3 y siguientes, que establecen literalmente que «Nada abominable comerás», detallando una lista de animales, peces y aves, clasificados por si tienen o no pezuñas hendidas, son o no rumiantes, que tengan aletas y escamas, denominando inmundo a todo aquello que no se debe comer.
Con las aves el detalle es más extenso indicando que “Toda ave limpia podréis comer y éstas son de las que no podréis comer” con una lista de diecinueve aves, algunas con sus especies” En el 43.19 establece que “Todo insecto alado será inmundo; no se comerá”.
Por lo que habiendo tenido el cristianismo fundamentos muy sólidos en el judaísmo, muchas debieron ser las tradiciones que llevaron consigo los que decidieron seguir a Jesús y luego a sus apóstoles, con san Pablo a la cabeza.
En la Enciclopedia Católica «online ec wiki», dice que “Ayunar implicando abstinencia fue ordenado por la ley del Día de la Expiación (Lev., 16, 29 sq.). La ceremonia incidente a esta fiesta era observada por los judíos en el quinto día antes de la Fiesta de los Tabernáculos. Desde la noche del noveno hasta la noche del décimo día, el trabajo y la comida estaban estrictamente prohibidos.
Además de este pasaje, la narración sagrada contiene muchos otros que muestran cómo la adversidad movió a los judíos a asumir la carga del ayuno y abstinencia en un espíritu de penitencia (Jueces, 20, 26; Judith, 6, 20; Joel, 1, 14; 2, 15)”, para continuar con un intrincado procedimiento de abstinencia y ayuno dependiendo el día de la semana y mes en memoria de fechas y acontecimientos relevantes de su historia.
Por la venta de la carne de los animales utilizados en los ritos paganos, los cristianos acostumbrados a las tradiciones judías, entraron en conflictos con el consumo de la misma pues no tenían claro si era apropiado o no comer esta clase de carne, ya que pudo estar contaminada por haber sido parte de ritos paganos y por lo tanto se participaba en esta religión cometiendo apostasía.
San Pablo anima a los cristianos en Roma y en Corinto a recordar que aunque no se prohibía específicamente comer esta carne, las personas sensatas evitarían hacerlo si otros podían ofenderse.
Las necesidades de los miembros más débiles de fe y la posibilidad concreta que ésta lesionaba son importantes consideraciones cuando se toman decisiones sobre la alimentación.
El apóstol sintetiza su mensaje en: “No vayas a destruir la obra de Dios por un alimento. Todo es puro, ciertamente, pero es malo comer dando escándalo.
Lo bueno es no comer carne, ni beber vino, ni hacer cosa que sea para tu hermano ocasión de caída, tropiezo o debilidad” (Rom 14, 20-21). (Consulta a https://es.catholic.net)
Estando estas restricciones del consumo de carne en la Biblia, es lógico que países, regiones y comunidades completas adoptaran tales medidas, al extremo de convertirlas en parte de sus culturas. En la actualidad, en la Iglesia Católica no hay alimentos prohibidos, pero hay que consumirlos con moderación ya que la gula es uno de los pecados capitales.
‘‘En la Enciclopedia Católica «online ecwiki», dice que “Ayunar implicando abstinencia fue ordenado por la ley del Día de la Expiación (Lev., 16, 29 sq.).