El sujeto de este escrito se educó desde niño en escuelas elitistas de su país. Superó rigurosos exámenes, viajó al extranjero y en la afamada Universidad Americana del Líbano, se graduó con honores como Economista. Retornó a su lar nativo y enseñó en la más importante universidad. Tres años después viajó a New York para optar en la Universidad de Columbia por un máster en Antropología, que fue la disciplina que lo apasionó el resto de su vida.
Inestabilidad política y conflictos bélicos en su país lo indujeron a continuar estudiando en Columbia hasta doctorarse con una tesis para el PhD sobre “Producción y Dominación”. En 1983 comenzó a enseñar en la Universidad de California en Berkeley y luego fue docente 3 años en Johns Hopkins University.
Con ese avasallador currículum el Banco Mundial lo contrató en 1991 como Antropólogo Jefe para incorporar la dimensión humana a programas económicos. Duró allí 11 años en múltiples funciones y variadas regiones geográficas. Se inició en el Este de Asia y luego, desde Washington, articuló las políticas sociales del Banco revisando “estrategias país” y diseñando programas de reformas. En 1996 encabezó la aplicación del análisis institucional y organizacional en macro procesos de cambio y reforma. Su experiencia incluyó 5 años en China, India y Rusia administrando proyectos de desarrollo de gran escala y de transformación institucional. Además, participó en programas sobre liderazgo en las Escuelas de Negocios de Harvard – INSEAD y Stanford.
Retornó a su país como ministro de Finanzas y se difundió que su accionar era taumatúrgico. Emitió una nueva moneda en tiempo récord, computarizó las operaciones del tesoro, adoptó una política presupuestaria de cero déficits, reformó el sistema fiscal y los recaudos aduanales. Planteó erradicar la pobreza creando riqueza con inversión. El número de celulares subió desde 100, en julio 2002, hasta más de un millón en 2005.
Pasó del Ministerio de Finanzas a la Rectoría de la más prestigiosa universidad de su país y fundó el “Instituto para la Efectividad del Estado” para ayudar a gobiernos y aliados internacionales construir sistemas de gobierno efectivos, responsables y transparentes. Intentó ser candidato a Secretario General de la ONU para suceder a Ban Ki-moon. Fue coautor del libro: “Arreglando Estados Fallidos: Un Marco de Referencia para Reconstruir un Mundo Fracturado” sobre el cual Francis Fukuyama, el del “Fin de la Historia” opinó que el autor “…es un practicante convertido en teórico. Con su bagaje del Banco Mundial y como… Ministro de Finanzas… … desarrolló un marco de referencia abarcador para entender el problema de la “Creación de Estado”. Él argumenta persuasivamente que este será el reto central que dominará el orden mundial en nuestra edad globalizada, y ofrece soluciones prácticas para abordarlo”.
Por su parte Hernando de Soto señaló: “Este libro es una importante y oportuna campana de alarma para la próxima crisis del mundo y prueba que nadie conoce más acerca de cómo los estados funcionan (y no funcionan) que…” los co-autores.
El personaje cuya vida se ha esbozado es Ashraf Ghani, presidente fugitivo de Afganistán. Al escabullirse evidenció que no es lo mismo escribir lo que hay que hacer, que hacerlo ¿Publicará ahora un manual titulado “Desarreglando Estados Fallidos”? Quienes anhelan la entronización de la ignorancia en el manejo del Estado son tan audaces que podrían calificar como arquetipo el fracaso del erudito Ghani para plantear la falacia de que el éxito pudo haberlo logrado un palurdo, sea talibán o no.